A cuentagotas y en silencio, de manera casi invisible, el pequeño comercio de proximidad y los bares, en los pueblos cacereños, se extingue sin que nadie le ponga remedio. Está ocurriendo en Valdemorales, en donde ya no queda otra alternativa que desplazarse en coche para comprar los productos de primera necesidad. La parada del autobús y los bancos de la localidad son los únicos sitios donde pueden encontrarse estos días los vecinos. Cuando venga el mal tiempo, ya no podrán salir de casa. Ni las personas que llegan a pasar el fin de semana tendrán ese rato de vinos, cañas y conversación al mediodía o al caer la tarde. Ni los muchachos podrán ir a tomar un mosto los domingos. La vida en este pueblo, ubicado en la Sierra de Montánchez, será «mucho más difícil todavía sin nuestro bar-comercio. No nos queda nada», dice un vecino. Sobre todo para los más mayores.

El alcalde de Valdemorales, Alfonso Búrdalo. EL PERIÓDICO

Ellos no tienen la posibilidad de coger un automóvil y acercarse a otras localidades próximas (Miajadas o Almoharín) para alternar un rato el café y la tostada, la cervecita y la tapita, realizar la compra en cualquier comercio (carne, pescado, fruta...). Los bares son tan importantes en España que hay una petición oficial para que sean con considerados Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Ni tampoco parece atractiva la idea para los vecinos que se habilite un local donde reunirse o de que vaya un panadero una hora al día entre semana para despacharles las hogazas, bollos, barras, colines... «Donde pan comes migas quedan». Eso es lo que cuenta el refranero castellano, y si no fuese por el citado panadero, en Valdemorales no habría ni una sola migaja.

Podríamos escribir nuestra biografía sentimental por capítulos y cada capítulo sería una taberna. «Un bar-ultramarinos abierto en un pueblo es uno de sus ejes neurálgicos. El Hogar del Pensionista es un centro social, un centro de reunión», explica el alcalde de Valdemorales, Alfonso Búrdalo. El ayuntamiento trabaja a contrarreloj para reabrir y dar servicio lo antes posible después de que el anterior arrendatario, David Paquete, lo dejara. Según manifiesta el propio regidor a El Periódico Extremadura, «estamos buscando a alguien dispuesto a dar el paso y así reabrir este establecimiento en los próximos días, que dispone de asistencia de bar y de tienda. Es un local público y lo licitamos para que la gente lo pueda coger», manifiesta Búrdalo. El optimismo que destila el primer edil no impide que alce la voz para exigir a las administraciones que faciliten la vida en los municipios pequeños.

Anterior arrendatario, David Paquete. ALBERTO MANZANO

Las puertas del bar-ultramarinos están cerradas, pero Alfonso seguirá cuidando con mimo de su pueblo. Quizá, con su ilusión y su entrega, convenza a otro joven a cambiar de vida