Bien está lo que bien acaba. Pero, no será este el caso del estado en el que se encuentra la red de carreteras españolas. No hace mucho, todos estábamos orgullosos de equipararnos al resto de Europa en vías de comunicaciones terrestres. Les puedo asegurar, al igual que cualquiera de ustedes, que, para desplazarnos a una zona rural muy frecuentada por la familia, llegamos a tener hasta cuatro alternativas: autovía, carretera nacional, comarcal y local ¿Qué pasa ahora? Pues que todas ellas adolecen de un mantenimiento demasiado básico. Vamos, algunas ni básico. Se convierten en auténticos ‘puntos negros’ no señalizados. Si a todo ello, se van sumando, nuevas ciudades urbanizadas, autovías de peaje o vías de alta velocidad fantasmas; podemos sacar en conclusión que, mal está lo que bien empezó. Sin ser agoreros, confiemos en que el sentido común anide en las intenciones de las personas que tienen el compromiso político y moral con sus conciudadanos. Dejémonos de tantas apariencias, ya que al final engañan.