La insignificancia de llamarse humano: con este título queda explícitamente expuesto el momento existencial por el que divago. Por más que queramos justificar la historia de la humanidad de acuerdo con incompletos y dudosos argumentos terrícolas (gratuitamente corroborados por la latente estupidez de lo banal) la cruda realidad apunta otras maneras.

A pesar de estar inmersos en este algoritmo expansivo e intergaláctico por el que nos movemos, el humano necesita cimentar su insignificante realidad, con el aplastante poder materialista con el que se prostituye paulatinamente. Y con arrogancia, los deja escritos en cada uno de los capítulos de su historia. Por otro lado, se podría decir que, la insignificancia también forma parte del infinito.