El pasado sábado 1 de julio de 2017, entraron en vigor las nuevas tarifas del autobús urbano de Cáceres. Actualmente, los habitantes de la ciudad debemos pagar diez céntimos más por un billete ordinario (1,10€), un euro más por el bonobús de 10 viajes (8€) y dos euros más por el abono mensual (29€).

Todo esto, con el descontento generalizado de la población cacereña, que se ve obligada a pagar las consecuencias de los cambios producidos recientemente en varias líneas de autobús.

Entendiendo el reclamo de estos cambios en cuanto a los trayectos de algunas líneas por parte de ciertos sectores de la ciudad, centrémonos en la desmedida de los precios impuestos en relación al nivel de vida de la capital cacereña.

Por ejemplo, no vemos lógico que exista una diferencia de tan solo 40 céntimos entre el precio de un billete ordinario en Madrid o Valencia (1,50€), y un billete ordinario en Cáceres (1,10€), donde los trayectos son mucho más cortos y con menor afluencia que en estas grandes ciudades.

Otro punto a destacar es el abono mensual, el servicio que más ha subido (de 27€ a 29€) y que nunca ha ofrecido ningún tipo de descuento a los usuarios jóvenes estudiantes, mientras que en otras ciudades extremeñas como Mérida, se ofrece al público una gran variedad de bonos con descuentos que facilitan el transporte, atendiendo a jóvenes y mayores de 60 años (10,65€), así como parados y personas con diversidad funcional.

Recientemente, se han instalado en la plaza Mayor las famosas letras de Cáceres valoradas en 16.000 euros, inversión destinada al reclamo turístico, y que en tan solo unos meses ya se encuentran deterioradas y sin ninguna función clara. Nos preguntamos, entonces, si era realmente necesario malgastar ese dinero en algo que no está aportando absolutamente nada a la ciudad ni a sus visitantes (salvo alguna que otra foto de “recuerdo”), cuando este dinero podría utilizarse en subsanar todos los gastos que requieren los cambios en las líneas de autobús.