En el aciago verano que dejamos atrás, el canal de Isabel II instaló un dispositivo en la calle Caleros con Fuente Concejo. El citado, emite un ruido insoportable y nocturno (01:30 - 07:30) que no permite a los vecinos conciliar el sueño. Escribo como presidente de la comunidad del número ocho de Fuente Concejo a la que me debo, pero sé, que hay más afectados. Es una cruel tortura al ser intermitente, cuando estás conciliándote con Morfeo, se pone de nuevo en marcha. Así, toda la noche-madrugada. Cuando calla por fin y tan ricamente estás, es hora de levantarse para afrentar el nuevo día.

La falta de sueño reparador por culpa de la contaminación acústica, acarrea serios problemas a la salud, que van, desde las afecciones psicológicas como estrés, ansiedad o irritabilidad, hasta problemas cardiacos o respiratorios. Sin contar con las adicciones a fármacos. Ha habido casos extremos de suicidios.

Este edificio se asienta sobre oquedades: largos pasillos subterráneos, pozos y aljibes, por lo que la sonoridad de este martirio se multiplica. Basta decir que se siente un leve temblor en las paredes de los apartamentos.

Significo igualmente, que durante el verano tuvimos que requerir en varias ocasiones la presencia de la Policía Local por que los empleados de la citada empresa no respetaban el bando de silencio, dando suplicio con sus estruendosas máquinas al vecindario. Hasta el momento, y ya ha pasado tiempo, ni empresa o ayuntamiento han dado solución al grave problema.

Cabe recordar por si no lo saben, que el derecho al descanso es irrenunciable y de los más básicos.