Visto lo visto, habrá que reconocer que la vuelta a las clases presenciales en los institutos no era una temeridad. Igual que se dice una cosa, habrá que decir otra. Fetén. Y eso que había tremendistas y hasta una huelga porque consideraban que el contagio iba a ser masivo. Las aulas, antes y ahora, son un freno de contagio y es gracias al profesorado que se implica.