La llamada «Cruz de los caídos» de Cáceres no contiene señal gráfica alguna interrelacionada con el franquismo, por lo que podría decirse que se trata de un monumento que representa, simplemente, un notable símbolo de la cultura occidental: la cruz. Pero no es una cruz cualquiera. Intencionadamente o no se diseñó con un singular e interesante estilo minimalista, sin ningún rasgo ideológico a destacar. Por tanto, puede considerarse que esa cruz no incumple con la Ley de memoria histórica, al margen de que adorna, con esplendorosa monumentalidad, las diferentes perspectivas urbanísticas que pueden apreciarse desde la lejanía. La ciudadanía cacereña la conoce como «La cruz», como un lugar físico -incluso de encuentro-. En base a lo expuesto, el lema más adecuado para opinar en defensa de esa cruz, podría ser: La Cruz no debe tocarse de su posición. La única modificación que debe aplicarse sería la de retirar su actual placa y en su lugar colocar una cuyo único texto sería el de «La Cruz» -sin ningún tipo de escudo o añadidura-, que es como la identifica el pueblo; un pueblo que en su inmensísima gran mayoría desea olvidar para siempre la nefasta Guerra civil española. Resido en Cáceres pero no soy extremeño. Tengo malos recuerdos del franquismo, y lamentaría ver desaparecer ese atractivo y ya ecléctico monumento del panorama ciudadano cacereño. ¿Qué sentido tiene privar de su «Cruz» a la sociedad actual y futura de Cáceres?