Martes, 15 de marzo de 2022. A las 11.30 horas de la mañana mi hermana llama al 112, había venido a casa porque, aún no se cómo y quizá nunca lo sepa, en una aparatosa caída en el baño me rompí el fémur. Diez minutos después aparecieron en la puerta los técnicos de la ambulancia. Seis horas más tarde entraba en quirófano, después de haber sido sometida a todas las pruebas necesarias. El viernes, 18 de marzo, merendé en casa a las 18:00h.

En poco más de 72 horas los y las profesionales del Hospital Universitario de Cáceres habían reparado mi maltrecha pierna y, con el paso de los días, volví a caminar. 

A pesar de los recortes, a pesar de la tremenda pandemia que aún recorre el hospital cacereño y ocupa camas y UCIS, a pesar de todos los pesares que aquejan a nuestro sistema público de salud, la Seguridad Social funciona como un reloj. 

Sirvan estas líneas para agradecer a todas las personas que intervinieron en mi atención, a todo el personal de Urgencias, Quirófano y Planta de Traumatología (especialmente a Dani, Elena y Alejandro). No quiero olvidar tampoco a la dirección del hospital que con cada vez medios más mermados logra mantener una calidad en la atención excelente. 

Si la profesionalidad es de diez, la empatía es cum laude.