Señor alcalde, como vecino de Badajoz me dirijo a usted a través de este diario como continuación a las llamadas telefónicas y de correo enviados al ayuntamiento sobre el tema que le expongo.

Soy un corredor habitual por la pista del paseo fluvial y no puedo sino agradecer al personal dedicado a las tareas de mantenimiento de los parques y jardines por su profesionalidad y gracias a ellos del espléndido paisaje natural que disfrutamos los pacenses. Otra cosa es el civismo que demuestran algunos ciudadanos desorientados.

Es un hecho la proliferación de las mascotas, perritos, que disfrutan, junto a los humanos, de este entorno. Hoy, en mi agónico esfuerzo por aparentar que corría, me topé con una reunión de unos diez individuos entre perros y dueños atados a sus perros, taponando un paso del paseo sin posibilidad de orillarlos. Ante mi observación de que estaban impidiendo el paso, una señora del citado montón me soltó «nos ponemos donde nos da la gana». Me dirá usted, señor alcalde, que la educación de las personas no es labor del ayuntamiento, y le doy la razón. La educación de esa señora no es labor del ayuntamiento, pero sí es labor del ayuntamiento que usted preside la de educar y concienciar a la ciudadanía sobre la convivencia de los espacios públicos y de eso, cada vez menos. Hechos como éste han dejado de ser aislados pasando a notarse una prevalencia de derechos adquiridos de algunos paseantes que tienen mascotas sobre los que no las tenemos.

¿Qué puede hacer usted? Como esta situación se nota que va en aumento, además de los bandos que correspondan, pienso que en un principio informar con amables carteles sobre las obligaciones de conducta de los dueños de mascotas, ir sujetas, limpieza, no entorpecer y respetar al resto de paseantes... Empezando por ahí, simplemente para que un cartel les diga a aquellos desorientados lo que es su obligación de ciudadano. Si no entienden lo que es una actitud de civismo, sí al menos una publicitada norma del ayuntamiento.

Usted tiene garantizados otros cuatro años de gobierno, pero gustaría que el primer día de haber renovado la legislatura fuese igual a los días de campaña electoral.

Miguel Celdrán diría: «¡Joé con los p... perros!» y alguien al lado le susurraría «de los dueños, alcalde, de los dueños». «Ya», diría don Miguel, y algo haría.