Cosas de mayores a la que no se debería prestar mayor atención, hubiésemos dicho en otro tiempo, pero ha sido esa misma derecha política que durante décadas no dejó de poner de vuelta y media al ínclito Alfonso Guerra la que ahora no solo le ríe las gracias sino le coloca de paradigma de la España más rancia y reaccionaria a costa de expresiones como la proferida por el exvicepresidente de su homóloga Yolanda Díaz, tras valorarla con sumo desprecio por sus pases por la peluquería.
La selección de fútbol de EEUU es la que acapara mayor número de títulos femeninos en los mundiales de ese deporte. Tras seis años de plantes y litigios en 2022, la federación de ese país acordó que jugadores y jugadoras de la selección percibieran los mismos emolumentos en cualquier competición y actividad que participen en el ámbito de la misma.
Cansadas de tanto menosprecio las jugadoras de la selección española vienen demandando desde hace años reconocimiento y así lo vienen demostrando una y otra vez en el terreno de juego.
De la misma manera que el antiguo descamisado y exvicepresidente del gobierno Alfonso Guerra solo se sirve juzgar a una ministra por el trato a su cabellera, las redes sociales se llenan de comentarios de todo tipo reprochando su actitud a las jugadoras españolas por su affaire federativo con toda clase de comentarios despectivos.
Los casos de Rubiales como el de Alfonso Guerra no son más que la punta del iceberg de un fenómeno que viene dándose desde la profundidad de los tiempos minusvalorando a la mujer y que la reacción de parte de la ciudadanía pone en evidencia que aún queda mucho camino por recorrer.