Hace algunos años un buen amigo médico me contó una historia que no me gustó una parte y no me creí la otra.

Había marchado del hospital donde trabajaba y pensé que estaba quemado y punto.

Me explicaba que en la medicina pública se derrochaban recursos de manera irresponsable y que después, quedan pacientes por atender por causas económicas aunque esto no se explica en voz alta por ser políticamente incorrecto y poder costarte el puesto y el prestigio.

Ahora me ha tocado ver el otro lado de la moneda. Mi madre con leucemia y necesitada de un tratamiento concreto no puede acceder a él porque aunque su oncólogo lo recomienda continuamente, continuamente se lo rechazan.

Según el médico, tiene todas las bases médicas las cuales indican el tratamiento de inmunoterapia que necesita pero con el hándicap que de momento no se incluyen siempre en la seguridad social. Según el conclave de sabios, los cuales jamás han visto a la enferma, mi madre no necesita este tratamiento.

Hoy me acuerdo de las palabras de mi buen amigo mientras veo cómo mi madre se va apagando un poco más cada día.