Según la Real Academia Española (RAE) la palabra distopía significa «la representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana». Para la bailaora Patricia Guerrero (Granada, 1990) ‘Distopía’ es un nuevo reto, un nuevo espectáculo que la bailaora del Albaycín estrenará el 9 de septiembre en el Teatro Central dentro de la programación de la Bienal de Flamenco de Sevilla. Todo un reto que, antes de su estreno, mostrará como pequeñas piezas el 9 de junio en el Centre Pompidou Málaga, el 23 de junio en el Museo Guggenheim Bilbao y el 5 de septiembre, como un avance completo del proceso de creación, en el Festival Internacional de Danza Oriente Occidente de Rovereto (Italia).

Pero mientras ‘Distopía’ ‘crece’, ‘Catedral’, su anterior espectáculo con el que ganó el Giraldillo en la Bienal de Sevilla en 2016, prosigue su curso, y aprende a convivir con esta nueva creación de la joven bailaora, sin perder un ápice de su frescura. Patricia Guerrero, hija de una profesora de baile y de un futbolista, marcó el gol al flamenco profesional el día que se coronó, con apenas 17 años, premio Desplante en el Festival Internacional del Cante de las Minas en 2007. Lejos de perder el tiempo celebrando victorias, continúa labrando su futuro trabajando en paralelo con su baile, en su lucha feminista que considera natural «porque soy mujer». Las protagonistas de sus obras luchan contra los aranceles impuestos y atmósferas opresoras de las que Guerrero consigue salvarse a base de baile. Y baile del bueno. Si quieren comprobarlo por ustedes mismos, el 15 de junio estará en Arahal, Sevilla; el 17 de junio en Alcalá de Henares o el 30 de junio en el Tampere Flamenco Festival (Finlandia). No hay fronteras para quien aún lucha por la utopía. Pasen y lean,

--Su obra ‘Catedral’ también quedó finalista a los Premios Max el año pasado, ¿Qué tiene este espectáculo?

--Bueno, yo creo que ha sido un conjunto de circunstancias porque la vida te va poniendo en tu sitio y las cosas vienen. Todo tiene su momento y estaba que me encontrara con Juan Dolores Caballero (dirección escénica), El Chino, Guiomar Fernández que es la productora que me lleva ahora…, un cúmulo de cosas que han llegado en este momento en el que me encuentro ahora. Yo creo que ‘Catedral’ es un conjunto bueno de cosas, de buenos ingredientes. También es que realmente, este tema es muy dado a estos tiempos. El feminismo, esa fuerza de la mujer que lucha para superar obstáculos, con esas reflexiones en las que se encuentra. En este caso, la obra se escenifica en un marco religioso, y creo que a la gente le ha tocado la ‘fibra’ y se ha identificado o se ha encariñado con el personaje. Así es como ha sido que ‘Catedral’ haya llegado al público, porque en todos los sitios a donde hemos ido, sea en España o fuera de aquí, la gente siempre tiene la misma reacción positiva.

--¿Por qué ese machismo solo lo ha representado en el entorno religioso cuando desgraciadamente está presente en todos los ámbitos?

--Bueno, yo creo que nos daba un mundo sonoro muy rico. Yo vengo por mi familia de una cultura católica, religiosa, entonces era un tema que a mi no me era ajeno, y creo también que el toque espiritual era algo muy importante en este espectáculo. El mundo catedralicio nos dio esa sonoridad, esa espiritualidad, y nos dio la oportunidad de recrear esa atmósfera.

--La puesta en escena sobrecoge, la verdad…

--Sí, el personaje empieza en esa atmósfera y visualmente, la primera imagen que se ve es a una mujer con ese traje barroco, con esa pesadez de las telas…, y con ese peso que cae sobre ella tanto de la luz, como del sonido, como el de las campanas. De repente se abre el telón y el público piensa: ¡madre mía!, ¿cómo va a salir esa niña de ahí?

Y sí, claro. Al principio es un ambiente asfixiante y ella está impedida y no puede bailar, o al menos no puede bailar en su expresión más completa porque los trajes, que en este caso representan esa represión, no la dejan. Ella se va quitando esa opresión a medida que se los va quitando…

--Me llama la atención que traten el baile como un concepto arquitectónico…

--Es un concepto que lo dice mucho el director [Juan Dolores Caballero], porque, además, ¡es que es un director que no es muy común!, y sí, yo creo que los grandes genios lo tratan así: ellos ven la danza como una arquitectura y todo tiene un porqué. Desde el principio hasta el final todo el movimiento tiene una arquitectura. Es como una casa que tiene un cimiento, unas columnas, una base, y tiene un techo, y esto es lo mismo. La danza ‘Catedral’ comienza así: tiene un lenguaje, tiene una historia. El flamenco está por y para el personaje, y yo he creado una serie de movimientos para él.

--El flamenco en ‘Catedral’ libera, y a usted, ¿cuantas veces le ha liberado el flamenco en su vida?

El flamenco me ha liberado mu--chas veces. Me ha sacado de momentos y días tristes, pesados, alegres, y tengo esa suerte de poder expresarme a través del baile porque es una terapia. A mi la danza me sana, me quita todas las preocupaciones.

--Utopías que se convierten en realidades, y utopías que se desarrollan hasta la distopía. ¿Nos podría adelantar algo de su nuevo espectáculo?

--‘Distopía’, al igual que ‘Catedral’, comenzó con una serie de reuniones, que tras muchas «tormentas de ideas» surgió, en primer lugar, con el encargo de una performance para el Pompidou de Málaga sobre las utopías sociales, y de ahí surgió la idea del espectáculo, pero partiendo de la utopía hasta llegar a su deformación. La protagonista está en una sociedad y ambiente distópico, y en la obra se ‘vive’ esa relación con esa sociedad, con esa gente, con esa crudeza para la mujer que impide que viva la vida y que acorta su propia personalidad. Creo que también la distopía, hoy por hoy, es un tema muy actual y también partimos de esa represión hacia la mujer. Digamos que vamos a contar otro tema de la mujer pero desde un punto de vista social, político…, vaya, ¡que me he metido en otro ‘berengenal’! (se ríe)

--Ambas obras se presentan con una marcada impronta feminista, ¿es usted activista?

--Bueno, yo soy feminista porque soy mujer. De pequeña siempre me he sentido y he sido muy libre, pero no llevo ningún tipo de intención concreta. Simplemente, que soy mujer y los personajes que hago los hago desde esta perspectiva, y desgraciadamente la mujer tiene mucho que decir porque ha sido muy maltratada, no solo físicamente sino sicológicamente. Se ha dado así, no estoy metida en ningún tipo de asociación ni nada. El feminismo para mí es nuestro derecho como mujeres, y tenemos que alzar la voz como todo el mundo, simplemente.