«Descubrí lo masculina que era mi identidad de género. Sin llegar a sentirme hombre, tampoco me sentía mujer. Me encontraba en ese lugar maravilloso del género no binario». Así se manifiesta la protagonista de Cappuccino Commotion (Nórdica), álter ego de su autora, Rosa Navarro (Vilanova i la Geltrú, 1977), que venció el pudor de mostrar sus emociones íntimas ante «la necesidad» de llevar al cómic una historia de mujeres que, como ella, «viven su sexualidad de manera distinta, rompiendo la heteronormatividad y los cánones que nos han dicho que debemos ser de una determinada manera».

En el 2006, la ilustradora, que también trabaja como librera en Barcelona, ya desmitificaba desde dentro y con humor los roles y tics de las lesbianas en los gags de Salidas de emergencia (Odeonia; junto a Gema Arquero), al que seguiría una segunda entrega. Ahora, Navarro ha recurrido a la autoficción y, sin abandonar la frescura, ha buscado un registro más serio que le permite hablar de homosexualidad, del descubrimiento y aceptación de la identidad sexual, del paso de la infancia a la madurez, de la «búsqueda de una estabilidad emocional que no llega jamás» o de tener hijos con su pareja lesbiana. Temas y emociones extrapolables y universales, capaces de captar no solo al lector con sensibilidades LGTBI.

Navarro admite la inspiración de una de las obras clave del cómic lésbico, Fun home, en cuyas viñetas Alison Bechdel, también autora de Lo indispensable de unas lesbianas de cuidado, desvelaba en el 2006 su salida del armario y una complicada historia familiar con un padre homosexual reprimido. El lector ve ahora un palpable repunte de cómics que tratan sin tabús sobre la identidad de género. A esta salida del armario en la viñeta contribuye un conjunto de factores bañados por la eclosión de las reivindicaciones feministas, considera Elisa McCausland, promotora del Colectivo de Autoras de Cómic e investigadora especializada en cultura popular y perspectiva de género: «Las editoriales han detectado que hay un público que las demanda, se da un clima y un entorno de normalización de la diversidad sexual y de género en la sociedad, y ha crecido la visibilidad de una nueva generación, sobre todo de autoras, muy comprometidas, que trasladan su activismo a sus obras».

Así, Cappuccino Commotion coincide en las librerías con otras historias autobiográficas en esa línea, como Doctora Laura, ¿Dígame? (Salamandra Graphic 2019), memorias gráficas de la estadounidense Nicole J. Georges, o la premiada con un Eisner Piruetas (La Cúpula 2017), de Tillie Walden. De esta joven de San Diego también La Cúpula acaba de lanzar los dos volúmenes de En un rayo de sol, la historia de un amor truncado entre dos jóvenes en un mundo futuro habitado solo por mujeres. Comparte también estantes con la multipremiada Lo que más me gusta son los monstruos (Reservoir Books 2018), donde Emil Ferris incluye el lesbianismo de su pequeña protagonista entre sus diversos temas; y con novedades como Fragmentos de feminidad (Oberon), donde uno de los siete retratos de mujeres que dibuja Olivier Pont cuenta la historia de una madre de familia que asume su amor por otra mujer; Heathen (Astiberri), de Natasha Alterici, en la que una guerrera vikinga es desterrada por besar a otra mujer, o Llamadme Nathan (Astiberri 2019), de Catherine Castro y Quentin Zuttion, obra de temática trans, basada en el caso real de Lucas, un menor con físico de niña e identidad masculina que lucha por la reasignación de género.

Asoma además el activismo de otras dibujantes como Carla Berrocal, creadora de Epigrafías (Libros de Autoengaño 2016), sobre la poeta lesbiana Nathalie Clifford Barney (1876-1972). Berrocal es una de las 10 autoras comprometidas con el tema (entre ellas, Teresa Castro, Susanna Martín, Miriam Persand y Xulia Vicente), que participan en el volumen colectivo y gratuito Viñetas de tortas y bollos. Cómics lésbicos desde dos orillas. Descargable en digital e impulsado por las oenegés Gehitu y Mugen Gainetik, con la Diputación Foral de Gipuzkoa y la Agencia Vasca de Cooperación, ofrece un retrato cotidiano del lesbianismo en distintas realidades.

BECHDEL Y JULIE MAROH / Uno de los motivos que llevó a Navarro a contar su historia fue que echaba en falta relatos con los que identificarse como lesbiana y activista. El cómic gay cuenta con autores de referencia como Tom de Finlandia (1920-1991) y tres históricos de La Cúpula, Ralf König, Sebas Martín y Nazario (con Anarcoma, su detective trans, rescatado en un integral) o con memorias autobiográficas, como las de Aitor Saraiba en El hijo del legionario (Pepitas de Calabaza-Fulgencio Pimentel). Pero en el cómic lésbico, aunque la estadounidense Roberta Gregory (y su personaje Bitchy Bitch) es una de las pioneras desde el underground de los 70, las que en España han dejado huella entre el público generalista han sido la citada Bechdel o la francesa Julie Maroh, con El azul es un color cálido (Dibbuks), sobre un amor adolescente entre dos chicas, gracias a la adaptación al cine como La vida de Adele (que logró la Palma de Oro en el festival de Cannes en el año 2013).

La diversidad sexual, a la que, recuerda McCausland, se han apuntado Disney, Marvel o DC (que en el 2006 presentaba por ejemplo a la Batwoman lesbiana Kate Kane, que ahora encarnará la actriz Ruby Rose en una serie de The CW), también triunfa en éxitos como la popular serie juvenil Leñadoras (Sapristi), de Noelle Stevenson, Grace Ellis y Shannon Watters. Con estas historietas han logrado dos premios Eisner y un Glaad (al mejor cómic que retrata perfiles de género gay, lésbico, bisexual y transgénero) y llegará al cine de la mano de 20th Century Fox. «Cuestiona los binarismos de género y, con un prisma optimista y positivo, muestra un universo inclusivo», valora esta experta.

LA FAMILIA / Son obras que ayudan a la aceptación y normalización frente a posturas intolerantes de la ultraderecha o algunos credos religiosos. Navarro es tajante: «No hay vuelta atrás. No pueden decirme que ya no estoy casada o que mi hijo no es mío». «Mi madre -constata- quería una hija con la que ir de compras, pero tras asimilar que yo era lesbiana se hizo tan activista que hasta va a manis del colectivo y a un casal de padres de gais y lesbianas». En una futura historieta ya estudia cómo «profundizar en las relaciones familiares y en cómo los padres aceptan a uno hijos que se sienten diferentes».