En una frase que solía repetirse en los relatos familiares se encuentra la semilla del libro que ha convertido al veterano publicista Ildefonso García-Serena en novelista. «Hijo, entre día y noche no hay pared. Adelántate que yo te alcanzo». No hay spoiler si se explica que Román Muñiz, campesino aragonés, nunca volvió a encontrarse con su hijo. Desapareció y creó un misterio que echa a rodar una saga familiar de cuatro generaciones, tiempos convulsos e historias de exilio que ha titulado El hijo del doctor.

La novela es también el primer volumen de la nueva colección de narrativa del sello Vegueta, de autores contemporáneos locales y extranjeros en la que también se sitúa Corazones vacíos, de la alemana Juli Zeh.

La desaparición del bisabuelo, a finales de la década de los 80 del siglo XIX, creó un «cisma emocional» en el clan familiar que, más de un siglo después, el personaje titular, el hijo del doctor (¿el propio García-Serena?) pretende revelar.

La intención, cuenta, no es tanto confesarse como hablar de unos personajes y unos sentimientos. «Historias de gente humilde que se ve arrastrada por la historia, la miseria, la guerra civil, el nazismo y el exilio. Algo que le ocurrió a mucha gente de este país al mismo tiempo. No hay familia que no tenga historias parecidas».

Así, en la novela, a una primera generación de pobres agricultores le sigue otra, en los años 20, en la que lo que importa es el ascensor social de la educación. La tercera, que ya ha conseguido ese objetivo —estudiar Medicina, progresar— se ve arrastrada por los embates idealistas que acabarán en fracaso y exilio. Y la cuarta hornada, ya de regreso a España, que pese a conservar los valores de sus antepasados y una lealtad a los suyos a prueba de bomba, es la del pragmatismo y el amor al dinero.

Ser hijo de médico y haber nacido en Buenos Aires en 1949 a los pocos días de que sus padres llegasen allí procedentes del exilio en Francia ha dado al autor un conocimiento directo de esas historias: «Siento que los que no han vivido la emigración no pueden entender esa desazón. Un personaje de mi novela asegura que no le importa correr el riesgo de volver a España y que le metan en la cárcel, porque está en el exilio y esa es la verdadera cárcel».

De cómo se imbrican la gran Historia con intimidades de los personajes dice haber aprendido mucho del cineasta David Lean, aunque tenga una mayor cercanía con su paisano -García-Serena creció en Barbastro y Zaragoza- Ramón J. Sender. Su Crónica del alba, también una historia de perdedores exiliados, se ha convertido en el espejo en el que se ha mirado para construir esta novela.