Hace justo 10 años, cuando la revista Rockdelux celebraba los 25 años de vida, su director, Santi Carrillo, reconocía en una entrevista con este diario que la efeméride tenía algo de milagro, pues los estragos de la crisis económica y la pérdida constante de lectores habían dejado a la prensa escrita al borde del precipicio. «¿Dije eso? Diablos. Pues ahora mismo no es que sea un milagro. Es que estamos en una extremaunción constante en la que nunca se sabe cuándo puede ser el final», afirma Carrillo, consciente en cualquier caso del prodigio que supone alcanzar los 35 años en esta era negra para todo lo que huela a quiosco y papel. Y, sobre todo, hacerlo a pleno rendimiento, con la publicación de un número especial de 200 páginas en las que repasan la década con listas de los mejores discos, canciones, conciertos, películas, series, libros y cómics elaboradas por 50 de los colaboradores de la revista.

«Ahí estamos, luchando por seguir y mantenernos, que no es poco», afirma Carrillo, director de RDL desde 1987. Una publicación que, en el 2019, mantiene su condición de referencia de la prensa musical en castellano, idolatrada y vilipendiada al mismo tiempo, rigurosa y preceptiva para algunos; petulante y elitista para otros. «Siempre se nos ha considerado elitistas. Pero es por querer hacer las cosas bien, por querer explicar lo que está ocurriendo en la música de manera no lineal, con claves complementarias y rigurosidad. ¿Eso te convierte en elitista? No, no lo queremos ser, pero tampoco queremos ser cutres», sentencia el director, garboso como siempre.

Desde que Carrillo y Juan Cervera cogieron las riendas de la revista, su esencia siempre ha sido la misma: «Intentar hablar de la música que creíamos que era recomendable en cada época. Filtrar, apostar por nuevos nombres, indagar en todos los géneros, el pop, el rock, el hip-hop, la electrónica, y combinarlo con los clásicos. Nos habremos equivocado muchas veces en nuestras apuestas preceptivas, pero creo que hemos sido una revista bastante fiable», opina. Aunque en tiempos de tan fácil acceso a tanta música, de consumo frenético y escasamente reflexivo, podría pensarse en Rockdelux como un artefacto anacrónico: «Nosotros intentamos aportar reflexión y pausa. En este sentido, un número especial como este, de 200 páginas, va totalmente en contra de las tendencias de la sociedad, porque para leerlo necesitas horas y pensar de lo lindo. Como si leyeras un libro».

Radiografía del lector

¿Y cómo es hoy el lector de Rockdelux? ¿Ha sido capaz de seguir la frenética evolución del pop o se ha quedado a vivir en su bucólica arcadia indie? «Es gente interesante», sentencia Carrillo con una irresistible media sonrisa marca de la casa. «Hubo un tiempo en que nuestro lector llegaba a los 30 años y dejaba de comprar la revista, y en su lugar entraba un público nuevo de 18, pero eso ya no ocurre», lamenta. «Los jóvenes están alejados del quiosco y no les suelen interesar los productos de vieja escuela como el nuestro, que ven como algo antiguo. Nos mantenemos porque tenemos un público fiel que ha envejecido en esta juventud eterna que hoy siguen siendo los 40 y hasta los 50. Público no burgués, pero sí inquieto culturalmente, preparado, con posibles».

De cara al futuro, Carrillo admite que meditan cambios de peso en la revista. La música seguirá siendo la esencia, pero probablemente se potencien otros contenidos. «Más artículos de fondo, entrevistas más largas, dosieres, dando más cancha al cine, las series y la literatura». Y, atención, una posible incursión en el resbaladizo mundo de la moda y las tendencias. «Si queremos acercarnos a un público joven, debemos hacer cosas dirigidas a ellos. Pero queremos hacerlo de forma creíble, que no sea ridícula».

En cuanto al ecosistema digital, en el que RDL nunca ha parecido sentirse cómodo, Carrillo reconoce que sí, que habrá que dar el resto, pero expresa sus dudas. «La web es el futuro, pero nos gustaría que fuera un futuro remunerado. No queremos trabajar gratis ofreciendo contenidos en abierto porque sí. En redes tenemos muchos seguidores, como 50.000, y eso está muy bien, pero es como ser rico en el Monopoly. ¿De qué te sirve? Solo con que nuestros seguidores en redes nos pagaran un euro por serlo, ya tendríamos el tema arreglado».

Las listas son siempre controvertidas. Más allá de la rigurosidad, es fácil echar en falta nombres o considerar que sobra alguno. En cualquier caso, las de este número especial son un festival por el que desfilan nombres imprescindibles de la música popular de los últimos tiempos como Beyoncé, Kanye West, Swans, David Bowie, Frank Ocean o Nick Cave. Sin olvidar, por supuesto, a Rosalía, Maria Arnal y Marcel Bagés o Niño de Elche. El exhaustivo repaso no se limita a seleccionar y glosar los mejores discos internacionales, nacionales, conciertos y canciones de la década: también incluye listados de mejores películas, series, libros y cómics de esta década. «Se ha respetado de forma escrupulosa la selección de los 50 colaboradores. No coincido con todo, pero estoy contento con el resultado».