Otro año más, los organizadores de esta IV Muestra -Centro de Artes Escénicas y de Música (Cemart) y Asociación de Gestores de Extremadura (Agcex) - incurren en lo mismo, en mantenerse en una rutina caótica, aniquiladora de las posibilidades existentes de desarrollar proyectos, acciones con realidades que resuelvan las necesidades que padecemos, que sirvan para avanzar en el logro de estructuras teatrales sostenibles y públicas, que coloquen a la cultura y, en este caso, a las artes escénicas extremeñas en un lugar preeminente. Y como no hay un cuerpo de asesores teatrales realmente solvente, independientes, capaces de orientar y enriquecer el panorama del evento en sus programaciones y organización de actos paralelos sugerentes de ideas y consecuencias prácticas (como aquel modelo de Muestra recuperada en 2008, que duró tres años), todo acaba en un círculo vicioso.

La cuestión es que la organización de la actual actividad teatral extremeña está siempre pendiente de una decisión no reglamentada, creando incertidumbre y oportunismo. Esto da lugar al motivo -malo también- de que cada año perciba las quejas de muchos artistas que me comparten entre bastidores, aburridos de tanto enfadarse con el modelo de actividad impuesto (por esa idea patrimonial de la Consejería de Cultura, donde abundan los sectarismos, los partidismos y la estrechez mental), pero en su mayoría siempre justificando que tienen que comer y bla, bla, bla, excusas para convertirse en unos estómagos agradecidos y por eso callan, siguiendo a los abanderados de lo inane y el abuso.

Llevamos cuatro ediciones de la Muestra en la que, visto lo visto, parece que las altas instancias de la Junta -Fernández Vara y sus responsables culturales- no desean resolver esta situación viciada de la aplicación del «más de lo mismo» que tiende a perpetuarse. Por lo que la edición de este año también ha sufrido esa desorientación de la Muestra convertida sólo en una feria de teatro, en un simple evento comercial de las producciones de aquí y de otros lugares, con un planteamiento erróneo y mal organizado. Del año pasado a este, la organización ha mantenido el número de espectáculos. Participaron 19, pero siendo esta vez 8 extremeños (3 menos) y 11 de otras comunidades (3 más). Y en la programación advertimos, que los responsables Toni Álvarez (directora del Cemart) y Marce Solís (asesor teatral de Agcex) , siempre afables y con la sonrisa hasta las orejas, vuelven a batir récords por sus incomprensibles despropósitos y a levantar más desconfianzas, máxime en muchas compañías de la región que, teniendo buenos espectáculos, no fueron seleccionadas.

Cada año, se entiende menos por qué en una Muestra de tan reducida participación -que subvenciona la Administración extremeña tratando de promocionar su teatro- se incluyen en cada edición más compañías de otras comunidades compitiendo con las extremeñas ante programadores de la región y del país. En este sentido de la participación foránea, también tengo que evidenciar lo nefasto que resulta que la Muestra cacereña haya superado en número de estas producciones al Festival Internacional de Teatro Contemporáneo de Badajoz, el evento más importante y antiguo que tenemos en Extremadura (y en el país), dándose con ello el error de dos eventos con características teatrales afines. Pero de estas anormalidades teatrales -y otras que ya denuncié en las pasadas ediciones- los políticos culturales actuales pasan olímpicamente. Acaso, no les interesa promover por causas de ineptitud y oscuras conveniencias ese ejemplar carácter participativo -que antaño tuvieron otras Muestras extremeñas bien organizadas- de tratar, en foros de discusión de ideas, los problemas y soluciones del teatro de la región y sus posibilidades de consolidar prominentes actividades como logro conjunto de los artistas y de las instituciones.

Estas autoridades culturales solo aparecen por la Muestra en su inauguración oficial con el breve discursito de cumplido, realzando logros teatrales institucionales que no responden a la realidad que uno ve. Pongo el ejemplo de lo que ha supuesto una metedura de pata colosal de la exconsejera de Cultura, Leire Iglesias, que en la inauguración del año pasado realzó -con bastante desconocimiento- a la Muestra y otras actividades. Habló de las «bondades» que ofrecería en la red teatral y de una ley de teatro extremeño que nos convertiría «en la primera región que la tiene», afirmando que se aprobaría al mes siguiente. Pues bien, hasta la fecha nada sabemos ni de esa ley de teatro ni de una reunión con las compañías extremeñas que demandan reformar la desastrosa red teatral. Curiosamente, en esta última Muestra, la nueva consejera de Cultura, Nuria Flores, no dijo ni pío de tales asuntos, solo se limitó -en menos de 10 minutos- a dar la bienvenida y salir corriendo (tal vez temiendo tener que dar la cara a las quejas acumuladas de algunas compañías).

En mi próximo artículo comentaré los espectáculos extremeños -mejores y peores- presentados en esta IV edición de la Muestra.