Durante años, una estatua de una mujer con pechos que se levanta la falda y enseña un pene estuvo en los almacenes del Louvre, mitad por pudor, mitad por desconocer si era auténtica: la restauración de 2012 demostró su antigüedad, así que la expusieron. No es la única: son los hermafroditos. A uno de ellos, incluso, Bernini le hizo una cama. Hermafrodito era el hijo de Afrodita y de Hermes, que rechazó a Salmacis. Ella pidió a los dioses que fusionaran sus cuerpos y los dioses, esos cachondos, se lo concedieron.

«Las estatuas de Hermafrodito, como hoy, debían dar lugar a bromas, además de plantear interrogantes sobre la naturaleza del deseo y la frontera entre la feminidad y la virilidad. Las cuestiones sobre los límites entre hombre y mujer, humano y animal, hombre y dios ocupan gran parte de las reflexiones filosóficas y morales del mundo romano, sobre todo en la época de Augusto. Se discutía sobre ello tanto en banquetes como en los concursos de retórica». Lo explicaba al ‘Heraldo’ Daniel Roger, conservador jefe del patrimonio del Departamento de Antigüedades Griegas, Etruscas y Romanas del museo más importante de Francia: «En la antigüedad, no había oposición, como ahora, entre el sexo y lo sagrado. La sexualidad es vista como un impulso vital y tiene su lugar en la religión».

Luego llegaron los gnósticos y se lo cargaron todo, pero eso ya lo contó Uta Ranke-Heinemann mejor que yo.

El arte nos puede servir para el escándalo, la extrañeza, la reflexión. El mito griego sirvió para denominar a las personas que nacían con características sexuales de macho y de hembra (nota en medio: ¿soy la única persona a la que las palabras ‘macho’ y ‘hembra’» me suenan a dehesa y a monte y a raíz y a tierra y a primitivismo?). Ahora se las llama ‘intersexuales’.

Existen.

En 2007, Lucía Puenzo rodó XXY, que fue (quizá) la primera película que visibilizó las costuras del abordaje médico de la norma binaria. En Occidente uno tiene que ser hombre o mujer: no hay nada en medio. Alex, el/la protagonista, dice que es las dos cosas. «¿Y si no hubiera nada que elegir?».

La actriz Indya Moore, una de las protagonistas de Pose (la serie que retrata el mundo LGBT, sobre todo T, de Nueva York), escribió ayer en Twitter: «IDENTITY IS NOT AN OPINION». La producción ha pasado a la historia porque Janet Mock ha sido la primera mujer transexual negra en escribir y dirigir un episodio de una serie de ficción en su país.

La identidad no es una opinión.

Antes lo intentó contar en una serie de poemas Anderson Bigode Herzer, que se suicidó con 20 años y era, como Moore, una persona transgénero. «El agua fría me trae a mi cuerpo. Escondo mi pene entre las piernas», escribió Ángelo Néstore, que ganó el Emilio Prados por ‘Hágase mi voluntad’, un poemario con el que quiso “dar voz a esas personas que están en un espacio transgénero, queer o género fluido”.

Fassbinder rodó ‘Un año con trece lunas’ en 1978, mucho antes de ‘Transparent’, mucho antes de que Daniela Vega cuestionara a toda la sociedad chilena gracias a esa maravilla que fue ‘Una mujer fantástica’. Mucho antes que las hermanas Wachowski, que ‘Girl’, que ‘La chica danesa’ y cuarenta años justos antes de que se nominara a Yance Ford (director trans) a un Oscar por el documental ‘Strong Island’, que denuncia el racismo de la justicia estadounidense a causa del asesinato de su hermano. No digo antes de Bibiana Fernández, porque a Bibi la llevamos viendo varias décadas.

Desde lo sórdido y desde el travestismo (la única visibilidad durante años en el espacio público), la industria del cine y la del entretenimiento van dando pasos pequeños y grandes para mostrar las vidas de unas personas a las que no les ha quedado más remedio que ser activistas, aunque sean muchas otras cosas más, porque la ocupación de ciertos foros (de ficciones televisivas, museos y galerías de arte, estanterías de bibliotecas, de cine que no se pueda ver solo en festivales y, también, de parlamentos donde se deciden las leyes) es la única manera de que los demás te lean como eres. Como tú quieres que te lean.

Esta semana fue Elsa quien participó en el Pleno escolar contra la LGBTIfobia. El año pasado fue Luca. El anterior, Laura, que presentó la gala del ‘FanCineGay’ junto a Leo Arán. Los niños, niñas y niñes gays, lesbianas, bisexuales, transexuales e intersexuales existen y participan de los mismos espacios que quienes son cis y heteros. Han de hacer, generalmente, una grandísima labor de investigación cultural para encontrar a sus referentes: para conocer, por ejemplo, a C. Riley Snorton o hasta a Becky Allison o Juani Bermejo (que, además es extremeña) si se quieren dedicar a la ciencia.

Hoy se celebra el Día de la Constitución. Ojalá el artículo 14 (el de «los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna», etcétera) lo hubieran redactado sus señorías con algo más de precisión, porque los de la vivienda, el trabajo y que toda la riqueza (toda, repetimos) del país estará subordinada al interés general hace mucho que dejamos de creerlos.