Flamenco y cine (Editorial Cátedra, 2019) es el nuevo libro del historiador cinematográfico y novelista Carlos Aguilar (Madrid, 1958). Empezó a escribir en el campo de los fanzines, en 1979, editando además uno propio sobre cine fantástico, Morpho. A partir de entonces colabora en varios festivales, con el canal temático Cinematk, la Federación de Cine-Clubs o la Filmoteca Española, y en múltiples revistas. Su bagaje profesional, su amor por el cine y la admiración por el flamenco le han llevado a publicar esta obra junto a su mujer Anita Haas. Una joya para todo aquel que ame tanto el cine como el flamenco; o que sencillamente quiera adentrarse en una simbiosis entre estos dos géneros.

--¿Qué tiene de cine el flamenco, y qué de flamenco el cine?

--El flamenco es un arte que pide la cámara; además, así queda inmortalizado históricamente. El cine, en su lenguaje privativo, pero más concretamente en cuestiones de tono y espíritu, bien puede asimilar, pongamos por caso, la soleá o la seguiriya; la prueba estriba en que lo ha hecho, y muy bien.

--¿Qué ha aprendido usted escribiendo este diccionario?, ¿qué le ha llamado la atención?

--Escribiendo Flamenco y cine, Anita y yo hemos descubierto que si bien sabíamos mucho, aún nos quedaba bastante por aprender. Así, nuestro nivel de erudición ahora es harto mayor, enriqueciendo esa cualidad de flamencólicos con que contábamos desde hace muchos años. Nos ha llamado la atención en especial la escasez de referencias al respecto, el hecho de que hayamos tenido que partir casi desde cero, hablando con gente, localizando supervivientes…

--¿Qué figuras le han sorprendido más?

--Destacaría dos cineastas admirables, Jesús Yagüe y Julio Diamante, que nunca recibieron la altísima atención merecida, y realizaron nuestras películas favoritas del género, Los flamencos, de Yagüe, y La Carmen, de Diamante, hermanadas también por contar con el mismo actor estelar, Julián Mateos, que además fue quien protagonizó en teatro Historia de los Tarantos, de donde surgiría otra película fundamental en la materia. Quiero agradecer además que ambos cineastas, actualmente ancianos, asistieran a las dos presentaciones del libro en Madrid, la una en Casa Patas y la otra en el Cine Doré/Filmoteca Española, así como que Diamante nos escribiese el prólogo de Flamenco y cine, al igual que ya lo hiciera en mi libro sobre Julián Mateos.

--¿Y cuales son las que piensa que van a llamar más la atención al lector?

--Me gusta pensar que, por un lado, las más populares, tipo Marisol o Lola Flores, dado que se las valora con un respeto e incluso admiración por encima del menosprecio cultural que siempre sufrieron, cuando se las consideraba meros productos de entretenimiento populista, así como, por otro, las más ignotas o minoritarias, como puedan ser La Tomata, El Kejío o La Caita.

--¿Edgar Neville es la figura más destacada de esa simbiosis entre flamenco y cine?

--Pienso que sí, porque reveló una pasión al respecto que se manifestaría en diversas vías y ámbitos, siempre por voluntad propia e invirtiendo su capital particular.

--¿Que debería tener un director de cine para realizar una obra sobre flamenco?

--Una intimidad absoluta con el flamenco, que naturalmente comprendería el mayor de los respetos y una querencia superlativa. Partiendo de esta base, como es lógico, debiera poseer las virtudes propias del cineasta, técnicas y estéticas.

--«Es fundamental que las orejas sepan estar a la altura del cante, en lugar de rebajar este a la altura de orejas no cabales». Cree que esto que se está cumpliendo hoy por hoy en el flamenco?

--En general, sí. Hay bailaores/as y cantaores/as a la magnífica altura de los míticos, así como instrumentistas fabulosos. Pero también es verdad que, en última instancia, la música flamenca no es la misma que cincuenta o sesenta años atrás porque tampoco lo es la sociedad. El flamenco gitano no vive ahora como vivía antes, por consiguiente su forma de sentir la música tampoco puede ser idéntica.

--¿Cuales son los títulos que destacaría del flamenco en el cine?

--Tal como dije antes, Los flamencos y La Carmen, que tristemente en su día pasaron desapercibidas. Al igual que sucedió con otras películas también excelentes, como la primera versión de María de la O y De barro y oro.

--¿Por qué el cine ahora, no hace flamenco?

--Pues no lo sé, francamente. Acaso tenga mucho que ver el fracaso enorme, y justificado, de Gitano, que procuró convertir en estrella de la pantalla a Joaquín Cortés, a la sazón un ídolo mundial, al igual que de las películas biográficas sobre Lola Flores y Camarón. Pero esto se refiere a las películas argumentales, porque el flamenco en el cine goza actualmente de cierta vitalidad en el campo del documental.

--Dicen que Carlos Saura le ha ofrecido a Rosalía hacer una película sobre flamenco. ¿Piensa usted que es la adecuada? ¿No es una forma de convertir en el espectáculo que no es al propio flamenco?

--Existe el proyecto, en efecto, pero ignoro de qué mente ha partido. En cualquier caso, está claro que se trata de un planteamiento que aúna astutamente la comercialidad y el prestigio, reuniendo al cineasta que ha realizado más películas del género, y más ambiciosas en términos tanto artísticos como económicos, sin entrar ahora a valorar el resultado de cada una, con el fenómeno mediático flamenco del momento.

--¿Cual o cuales son los artistas de flamenco que a usted le gustaría ver en el cine?

--Tantos… Me encantaría ver a La Negra, que me parece genial en su personalísimo maridaje de estilos y tendencias, a Macarena Ramírez, a la que tanto Anita como yo consideramos la mejor bailaora de su generación, y que ya demostró condiciones de actriz personificando a Lola Flores adolescente en la película biográfica de Miguel Hermoso, a Jesús Carmona y José Maya, que me parecen bailaores geniales, con una fotogenia susceptible de encandilar a la cámara, a Mónica Tello, bailaora y actriz teatral de impresionante carisma, a Enrique el Piculabe, que al igual que ellos aún no se ha estrenado en el cine…

--Y ¿qué historia flamenca le gustaría ver en pantalla?

--Muchas… Por ejemplo, la familia de los Pelaos, que cubre todo el siglo XX y considero apasionante, en sus ramificaciones y propiedades. La entrada sobre Toni el Pelao que ofrece nuestro libro, sin ir más lejos, me parece una aportación soberbia a la bibliografía sobre el flamenco, modestia aparte. Asimismo, la familia Albaicín posibilita una película extraordinaria, que igualmente cubriría la totalidad del siglo XX, por añadidura en varios países, incluyendo la Rusia de primeros de siglo; el libro brinda entradas detalladísimas sobre todos los Albaicín, y, al igual que Toni el Pelao asesoró su entrada, en estas lo ha hecho Joaquín Albaicín, que además es escritor.

--¿En qué película ha echado en falta a un artista flamenco?

--Digamos que El hombre, el orgullo y la venganza, una producción italiana que, al igual que otras formidables películas que ya hemos citado, pasó desapercibida, toda una vergüenza porque supone la mejor adaptación fílmica de Carmen, una novela breve escrita por Prosper Merimée y publicada en 1847, donde se acuña, mediante el personaje epónimo, el arquetipo de la bailaora como variante, singular por española, de la vampiresa prototípica. Y no entiendo cómo no captaron alguna estrella flamenca española, porque la película, aun siendo extranjera, se rodó en su práctica totalidad en exteriores andaluces.

--¿Algo que quisiera destacar?

--El hecho de que el libro nos ha exigido un trabajo tremendo, de bastantes años, así como que, texto aparte, brinda un número aproximado de 500 ilustraciones, en color y blanco y negro, de gran diversidad y elocuencia (fotos y carteles de películas, retratos de músicos y de cineastas, actuaciones y portadas de discos, dibujos y cuadros, etc) e inéditas en su mayoría. Esto supuso un enorme labor añadido.