Desde que se dio a conocer fuera de su país gracias a títulos como Audición (1999) e Ichi the Killer (2001), se lo considera uno de los cineastas más extraños, perversos y violentos de la actualidad. También es uno de los más prolíficos. Con solo 59 años, el director japonés Takeshi Miike estrenó recientemente en España la considerada como la 103ª película de su carrera, First love, protagonizada por un boxeador enfermo y una prostituta drogadicta que tratan de sobrevivir juntos en el centro de una sangrienta guerra entre mafiosos.

-El título de su película -en castellano, Primer amor- es engañoso, ¿no le parece?. Ninguna película romántica incluye tantos asesinatos.

-No estoy de acuerdo, porque en mi opinión la violencia es una expresión de amor. Allá donde hay amor existe la posibilidad de violencia. Cuando queremos algo que no nos pertenece estamos dispuestos a robarlo, y para defender a nuestra persona más amada o a nuestro bien más preciado estaríamos dispuestos a matar. Se trata, pues, de una relación muy íntima. Además, First love es una película llena de esperanza, y de fe en el poder del sentimiento amoroso. Sí, incluye chorros de sangre y cabezas cortadas, pero también es muy hermosa. A decir verdad, creo que es una película perfecta para ser vista en una primera cita.

-En todo caso, en ella vuelve a prestar atención al que quizá sea el tema predilecto de su carrera: la yakuza o mafia japonesa. ¿Qué le atrae de ella?

-En primer lugar, no creo que ningún espectador tenga interés en ver una película sobre un agente de tráfico que pone multas. El de la yakuza, de entrada, es un mundo emocionante. Pero lo que a mí más me interesa de los gánsteres es buscarles el lado humano, demostrar que no son monstruos y mostrar que son capaces de sentir y cambiar. Además, las leyes anticriminales japonesas han cambiado y, en la actualidad, la existencia de ese tipo de mafiosos dotados de un férreo sentido del honor es imposible. Eso hace que hablar de ellos sea aún más interesante.

-Probablemente le habrán hecho esta pregunta muchas veces: ¿de dónde proviene su interés en la representación de la violencia?

-Yo creo que las películas de acción de Hollywood, por ejemplo las de Marvel, son más violentas que las mías. En ellas se nos presenta a un héroe musculoso e increíblemente viril, que sin apenas despeinarse mata a decenas de enemigos anónimos. En mis películas el héroe es humano, sufre muchos golpes, y la violencia tiene consecuencias. Dicho esto, me gustaría rodar en Hollywood al menos una vez en la vida.

-Sobre usted se dice que es un provocador, y que su obsesión por la sangre y lo depravado es enfermiza. ¿Qué le parece?

-En muchas ocasiones he asistido como espectador a algún cine donde se exhibiera alguna de mis películas, y he sido testigo de cómo docenas de espectadores abandonaban la sala en mitad de la proyección. Más de una vez, alguno de esos espectadores me insultó al pasar a mi lado. Por supuesto, no me gusta porque me siento incomprendido. Soy un romántico.

SEnDFirst Love es la ficción número 103 que dirige en su carrera. ¿Cómo es posible rodar tanto?

-A decir verdad, no sé si he dirigido 100 películas, o 150 o 200, realmente no llevo la cuenta. No me pongo listones, ni me considero especialista en nada, y supongo que eso me da mucha libertad y rapidez a la hora de hacer mi trabajo. Llevo casi 30 años de carrera, y durante ese tiempo no creo haber evolucionado en absoluto. Siento que aún me queda todo por hacer, y eso me mantiene enérgico. Además, a las películas que he hecho les debo lo que soy. Sin ellas probablemente no estaría aquí.