Es mediodía y la ginecóloga Miriam Al Adib acaba de terminar con sus consultas de la mañana. «Ahora voy a desayunar», confiesa a este periódico en la hora de comer, mientras que repasa algunos apuntes que tiene para su intervención en un espacio de TVE al día siguiente: «Mañana temprano tengo que salir para Madrid», dice. Al Adib no para. Y por si tuviera poca tarea ahora se le añade la promoción de su nuevo libro Hablemos de nosotras. Reflexiones de una ginecóloga rebelde y con un eje que circula sobre la conexión con nosotras mismas.

«A la consulta me llegan muchas chicas jóvenes que tienen problemas, que no disfrutan de su sexualidad, incluso con anorgasmia, con falta de deseo y la sexualidad humana es inherente a nosotros mismos. ¿Cómo puede ser que una persona con discapacidad tenga una experiencia placentera y estas chicas que no tienen ninguna condición no puedan?», pregunta Al Adib. Y responde: «El problema es que sufren de una desconexión con sus propios genitales. Tienen una visión del sexo mecanicista y la clave es la conexión con nuestro propio cuerpo», dice.

En este punto resurge uno de los temas que la ginecóloga siempre subraya en sus charlas: el papel de la mujer como objeto: «La única diferencia entre nuestra abuelas y nosotras es que nuestras abuelas tenían la ‘obligación’ de dar hijos y nosotras la que tenemos es la de dar placer. Pero si ves, en ambos casos a las mujeres se nos coloca en la posición de objeto, no de sujeto», lamenta.

Conceptos obsoletos

Conceptos obsoletosSi la llegada al placer puede convertirse en una odisea para muchas mujeres, también lo es el reconocimiento de su dolor: «Es otro de los temas que trato en el libro porque el paradigma del dolor en la medicina está un poco obsoleto: no se valida si no va aparejado a una lesión y se desconoce la neurobiología del dolor», explica.

Pone de ejemplo la situación de las mujeres que sufren endometriosis, una enfermedad muy difícil de diagnosticar y que no se detecta, de media, hasta pasados entre cinco y diez años. «El 85% de los psicofármacos que se prescriben son para mujeres. Y puede ser que esa mujer lo que esté sufriendo sea una anemia, un hipotiroidismo que no se le está tratando y solo se le alivia lo psicológico», expone.

Por ello, Al Adib explica en su libro la importancia de entender el concepto biopsicosocial: «Quizás a una mujer que está sufriendo maltrato se le receta antidepresivos y lo que se está desconociendo es ese componente social de la situación que vive. O también ocurre con el duelo gestacional, que cuando una mujer embarazada pierde a su bebé se le dice ‘bueno, ya tendrás otro’ y no se está validando ese dolor», detalla.

Todo ello tiene relación con la falta de entendimiento sobre el cuerpo de la mujer: «Vivimos en un mundo en el que se asume que lo normal es lo lineal y los procesos de las mujeres no son lineales. Como esto no se entiende tenemos la idea patologizante de que somos un revuelto de hormonas», dice. «Entonces yo también lanzo la pregunta sobre qué podríamos hacer ¿Desfeminizar lo femenino o ponerlo en valor?», añade.

Esta y muchas otras preguntas son las que lanza una ginecóloga rebelde que también prepara la apertura de una nueva clínica en Madrid mientras recibe el reconocimiento de Almendralejo como parte de un mural feminista: «Mi objetivo es proponer otro modelo de mujer, sin las concepciones erróneas que arrastramos desde la Antigua Grecia», sentencia.