Poco a poco regresa la vida artística, las carteleras de los grandes museos y centros de exposición de nuestro país reanudan sus proyectos más ambiciosos, aplazados por la irrupción de la pandemia global. El próximo 1 de mayo el Centro Botín de Santander estrena una de las muestras más esperadas de la temporada, Picasso Íbero, una sugerente y pionera investigación en una de las aristas menos estudiadas del inagotable corpus de Pablo Picasso: la influencia del arte íbero en su obra.

Cerca de 200 piezas íberas procedentes de colecciones españolas, francesas (incluidas algunas de las fundamentales del Musée du Louvre) e italianas, amén de préstamos de obras de la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte (FABA), del Museo Picasso Málaga, del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, de la Fundación Juan March, del Musée national d’art moderne-Centre Pompidou y de coleccionistas privados, revelan el empeño y altas mira de la temporal (hasta el 12 de septiembre). 

"Picasso llegó a venerar las esculturas ibéricas arcaicas porque constituían una de las escasas contribuciones de España al arte de la Antigüedad y también porque representaban sus propias raíces. Habían sido talladas por gentes mestizas que -como su propia familia- habían emigrado a Andalucía antes de trasladarse a tierras del norte. Además del hechizo atávico, su tosquedad y su falta de distinción eran obra de alguien que ansiaba demoler los cánones tradicionales de belleza", escribió John Richardson, uno de los grandes estudiosos de la vida y obra del genio de La Merced.

'Toro', de Pablo Picasso.

Pablo Picasso se familiarizó con el arte íbero no en su tierra sino, a principios de 1906, en Francia, precisamente en el Louvre, donde por aquel entonces se exhibía una importante exposición de esculturas y artefactos recientemente excavados. Este descubrimiento marcó un punto de inflexión en su investigación formal y le llevó desde una obra más clásica hasta el salto que representó el cubismo en su trabajo. El Centro Botín ofrece al visitante un panorama completo de las obras del artista desde su periodo protocubista hasta sus últimos años, al tiempo que examina el fértil diálogo que va desde el período íbero, del que seguimos los desarrollos determinantes que llevaron a Picasso del período rosa a una selección de obras del año 1908, hasta las obras en las que resuenan -formal o conceptualmente- los grandes temas, características y prácticas del arte ibero, siendo estas últimas las que nos llevan hacia sus últimos años de creación y que incluyen una inmensa variedad de técnicas y gestos artísticos. 

Para Cécile Godefroy, comisaria de la inminente exposición, "Picasso Íbero es una experiencia visual muy enriquecedora, que permite divulgar a un mayor número de personas la diversidad y el estilo artístico del pueblo íbero, todo ello a través del mayor conjunto de obras nunca antes expuestas y que, además, dialogan con el trabajo de Picasso". La muestra revela el descubrimiento del malagueño de un arte autóctono y primitivo, que coincide con un momento crucial de cuestionamiento del academicismo, contribuyó a la formación de una identidad y un lenguaje artístico excepcionales, en opinión de Godefroy. Una oportunidad única que pretende abrir el debate sobre las influencias y prácticas de uno de los mayores artistas del siglo XX, al tiempo que revela la belleza e importancia de lo íbero en el nacimiento de un ismo tan fundamental como el cubismo.