«Una mujer sin barreras ni estereotipos, que cargaba sacos de arroz en el puerto como cualquier hombre, que vendía su bollo de racionamiento para ir al cine y que luchó hasta el último momento», así la dibuja su hijo.

Ese hijo es Paco Mora, un malagueño afincado en Extremadura (ahora vive en Cáceres) que recorría escenarios de medio mundo bailando flamenco. Y esa madre es Carmen, por la que él abandonó su trayectoria cuando la desmemoria se empezó a adueñar de ella.

Paco tuvo que aprender a ser cuidador. Y entendió que la música y el baile también servían como terapia. Puso en marcha un innovador taller para enfermos de alzhéimer y otras demencias. Y logró hacerlos sentir.

Esa fue la semilla del espectáculo Flamenco para recordar, coplas de un recuerdo, que se estrenó en Almendralejo y recorrió numerosos teatros. Una revolucionaria obra que hacía reír y llorar, en la que bastaba con que cada cual interpretara el papel de su vida. Paco lograba en cada pase que su madre, rozando las 90 primaveras, se levantara de la silla de ruedas y sintiera que bailaba.

Hace mes y medio estrenaron en Cáceres, ¡E.A.!, en el que se ahondaba en la figura del cuidador, la dureza del día a día y el vacío que sabía dejaría su pérdida.

Carmen siempre quiso ser bailaora pero su padre no la dejó. Su hijo la subió al escenario. 

Carmen falleció el pasado 5 de mayo en Cáceres. Se marchó con su sueño cumplido.