Los mitos nos enseñan a situarnos en el mundo, decía Luis Luque en el multitudinario acto de presentación del Festival de Mérida. En el otro extremo del planeta, cruzándolo por dentro en línea recta (el núcleo, el manto, la corteza), una granjera de poco más de treinta años, Anika Molesworth, cría ovejas cerca de Broken Hill, Nueva Gales del Sur, corazón de Australia y hogar de las tribus aborígenes Wilyakali, con sus historias mura, hechas para compartirse con otros grupos de personas. Molesworth explica al Asombrario: «Hemos fracasado en la forma en que comunicamos la ciencia. Hemos tenido la evidencia durante décadas de lo malo que sería el cambio climático y no reaccionamos. Así que necesitamos contar la ciencia de otra manera, no solo en los medios académicos, que son tan difíciles de entender. Necesitamos el arte, el cine, escultores, pintores… Gente que pueda traducir la ciencia en algo bello».

En la Feria del Libro de Plasencia se ha hablado de cambio climático, naturaleza y La Siberia. Estarán también allí Beatriz M. Arranz y Saida Herrero, Silvia Sánchez Muñoz, Salvador Vaquero, Antonio Rivero Machina, Alberto Guirao y Julio Llamazares con su ‘Primavera extremeña’. Él se fue de Madrid antes de que declararan el estado de alarma, a una casa de su familia política, pensando que sería para ocho o diez días. Al final pasaron tres meses y el virus aún no se ha ido. Luego se presentarán la poesía de José María Gabriel y Galán y José Antonio Cáceres y pasarán por allí Juan Torné, Jaime Covarsí, Antonio Reseco, Beatriz Osés, María Calle Bajo y Pablo Gutiérrez. Lo que sí les recomendamos es que no se pierdan los cuentacuentos para adultos de Victoria Siedlecki. Pudimos disfrutarla en el último Congreso de Escritores y nos divertimos lo indecible. 

Qué maravillosa es la tradición oral.

No es la única cita literaria que hay este fin de semana: comienza la Feria del Libro de Cáceres, por la que pasarán Alfonso Bernáldez y Salvador Calvo Muñoz; Francisco de Borja Gutiérrez, Florentino Reinoso y José Ignacio Sánchez, Mario Peloche, Susana Martín Gijón, Carlos del Amor, César García González, Santi Senso, César Bona, Renato Filipe Cardoso junto a su traductora Leonor López de Carrión (un libro deliciosamente irónico de poesía que ha editado Liliputienses), Victoria Pelayo Rapado, Jesús María Gómez y Flores, José Antonio Redondo Rodríguez, Manuel Pecellín Lancharro, Alberto Guerra Obispo y Juan Miguel Collado Campos. 

Y acaba la de Badajoz, con otro mito, el de la bruja Baba Yagá que ha reescrito María Zaragoza. Y con Fernando Marías y Raquel Lanseros, el ejercicio de destripar la historia que hacen en YouTube Álvaro Pascual y Rodrigo Septien y una charla sobre ‘La cocinera de Castamar’ de Fernando J. Múñez, que se ha transformado en una serie de televisión a la que yo me he enganchado irremediablemente. También estarán José María Cumbreño con su ‘Curso práctico de invisibilidad’, del que Juan Marqués dijo: «Cumbreño es uno de los raros más libres de la poesía española actual, y en él late también un aforista, un teórico, un poeta de la memoria personal y de la familia, un autor de listas, un coleccionista de anécdotas significativas». Con Pepa Bueno, José Antonio Ramírez Lozano, Vicente Vallés y una actuación de la banda municipal de música el domingo se despedirá la que es, sin duda, la feria del libro de referencia en la región. 

Pero muy cerca de allí, esta misma noche, en el Patio de Armas del Museo Extremeño y Etnográfico González Santana (qué lugar más hermoso), Acetre presenta su nuevo disco, ‘A la casa de las locas’, a las nueve y media de la noche. Dame la mano, prima, que no quiero primor, que la noche está oscura y no sé el camino. Dámela si me quieres, no te arrepientas, que ha de ser para siempre… 

El folclore está ocupando espacios en los que no había penetrado antes. Rodrigo Cuevas, asturiano, agitador folclórico, que ha vivido en Galicia también, y que es un tío culto (en todas las acepciones de la palabra) ha estado en Extremadura para participar en el congreso ‘Cultura y ruralidades’ de Jarandilla de la Vera. Él llevó el folclore al petardeo. No solo, pero también.

Este mes, que se celebra el mes del Orgullo, el Ayuntamiento de Soria, que tiene una sensibilidad exacerbada para todo lo que tenga que ver con los asuntos literarios, ha organizado un mes de lecturas LGBTI. Lo pongo aquí como idea para el resto, aunque no sé yo si algún político me leerá. Mientras, Fundación Triángulo prepara la bandera rosa y azul y blanca de las personas trans para demandar al Gobierno (más que al Gobierno, a Carmen Calvo) que se apruebe una ley que no patologice.

La literatura tiende puentes. José María Merino lo decía: que comprendemos mejor a los personajes de las novelas que a nosotros mismos, a nuestros padres o a nuestros amigos, porque sabemos la última razón de todo y, cuando conocemos la última razón de todo, tenemos compasión hasta de las estrellas (eso no es de Merino, es de Graham Greene). Ojalá venga esa compasión en este mundo polarizado.