Un grupo de jóvenes mujeres guiadas por su padre se escapan de Egipto el día de su boda y llegan a la costa europea de Argos, donde las madres que habían perdido a sus hijos en la guerra reclaman su derecho a llorarlos en silencio. Juntas, lanzan un grito de dignidad, libertad e igualdad que 25 siglos después sigue «más vigente que nunca». El clamor feminista de ‘Las Suplicantes’ bajará esta semana el telón del 67 Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, una clausura «muy especial» para una edición que de nuevo ha tenido que lidiar con los derroteros de la pandemia y «demostrar que la cultura es segura». 

El director del festival, Jesús Cimarro, ha explicado este lunes en la presentación de la obra que se trata de un montaje de temática «claramente femenina y creado al cien por cien por mujeres». Se estrena este miércoles y estará en escena hasta el próximo domingo 22 de agosto para bajar el telón definitivo de la edición de este año. María Garralón, en el papel de Corifeo de las Madres, encabeza un elenco conformado por una treintena de actores, la mayoría extremeños, entre los que se encuentran Carolina Rocha, Cándido Gómez, David Gutiérrez, Eduardo Cervera, Valentín Paredes, Rubén Lanchazo, Javier Herrera o la cantaora Celia Romero.

Esta última interpretará dos temas «muy potentes» en la piel de la diosa Ceres para dar voz al dolor de esas madres que han perdido a sus hijos en la guerra y no se les concede el derecho al último beso. Asimismo, participan también en la obra el Coro Amadeus-IN de Puebla de la Calzada, la escuela municipal de teatro de Guareña y la Asociación Cultural Párodos de Talarrubias.

Estas suplicantes son una versión libre de Silvia Zarco sobre las obras homónimas de Esquilo y Eurípides. Dos textos clásicos que 25 siglos después siguen de "plena actualidad" y que «se han trenzado» para reivindicar el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo, a través de las danaides que huyen de Egipto cuando se ven obligadas a casarse con sus primos, o que se devuelva la dignidad a los muertos, con el grito desgarrador de esas madres que han perdido a sus hijos en la guerra y claman para tener un lugar donde llorarlos.

Eva Romero, la directora del montaje, destaca el paralelismo con la sociedad actual en un momento donde se clama por los derechos de las mujeres afganas y una realidad en la que todavía seguimos necesitando leyes que digan que no es no, al tiempo que una pandemia ha sesgado la vida de miles de personas que se han ido sin una mirada de calma y un beso en la mejilla. «La tragedia late en el presente», afirma. Romero aspira a ser "ejemplarizante" con esta obra y para ello pide a los políticos que se miren en el espejo del rey de Argos (que bien podría ser Lampedusa), que acogió a las suplicantes, y en el pueblo que las defendió de los egipcios sin más armas que la palabra en defensa de su derecho a decidir. «Es una responsabilidad enorme cerrar el festival y hacernos eco de estas luchas para que el teatro romano se convierta en altavoz», dice la directora.

En definitiva, una historia de responsabilidad colectiva, de despidos dignos y derechos humanos, según su autora, Silvia Zarco, que desde su profesión como docente lleva 25 años trabajando los clásicos en el aula, apelando a la reflexión y al reencuentro del ser humano. "Nuestra propuesta dramática de fusión de textos hilvana en una constelación de esperanza y rebeldía las luchas históricas de las mujeres oprimidas y de los hombres sensibles que las acompañan", ha apuntado.

La obra, que pondrá el broche final a una exitosa 67 edición, está coproducida por el propio Festival de Mérida y por la distribuidora y productora de teatro Maribel Mesón, quien debuta en el certamen emeritense con un proyecto que «no tiene nada que envidiar» a una gran producción nacional.