‘Cozy crime’, ‘nazi crime’, ‘domestic noir’, ‘femikrimi’, ‘true crime’, ‘gastronoir’, narcoliteratura, ‘noir’ sobrenatural, ‘tartan noir’, ‘country noir’… El género negro y policiaco puede compararse a una gran madre que no cesa de gestar criaturas poblando la literatura de subgéneros, tendencias y etiquetas, muchas de las cuales nacen por el origen geográfico de autores y tramas. Recuerden si no el ‘boom’ nórdico desde el fenómeno Stieg Larsson o la no menos potente huella mediterránea que desde Manuel Vázquez Montalbán siguieron Andrea Camilleri o Petros Márkaris. De repasar la historia y la terminología más ‘noir’ se han encargado Álex Martín Escribà y Jordi Canal i Artigas en el ensayo en dos volúmenes ‘A quemarropa’ (Alrevés), del que este año lanzaban el segundo (en catalán, ‘Trets per totes bandes’).   

Martín Escribà y Canals desmenuzan el fenómeno para este diario tras los nuevos títulos del género ambientados en la Segunda Guerra Mundial y en especial durante el nazismo o ante el ‘revival’ que parece estar viviendo en España el ‘cozy crime’, el subgénero policiaco más amable, con herederos de la Miss Marple de Agatha Christie que le han dado una vuelta de tuerca, como David Safier (convirtiendo a Angela Merkel en detective por accidente), S.J. Bennett (haciendo lo propio con Isabel II) y Richard Osman, con su ‘troupe’ de inquietos ancianos investigadores. 

Explosión de etiquetas

El motivo de que haya una explosión de etiquetas se debe, según Martín, escritor y también editor de Alrevés, "a la capacidad de fusión e hibridación del género, que ha sabido reinventarse y adaptarse a los nuevos tiempos. Su vertiente camaleónica, mestiza, ha provocado que haya dejado de ser literatura de género y se haya convertido en literatura generalista. De esta forma han aparecido simbiosis tan interesantes como el ‘cyberpunk’ o el ‘steampunk’, productos de las revoluciones y experimentaciones". 

Etiquetas inevitables

Opina Jordi Canals, estudioso del género negro y creador del premio L'H Confidencial, que "las etiquetas son inevitables". "Las encontramos en el arte, la música, también en la literatura. Las clasificaciones establecen diferencias entre las obras que engloba el género. Por otra parte, tanto en las bibliotecas y librerías como en el mundo de comercio digital en el que vivimos sirven a las plataformas de venta para dirigirse a ‘targets’ de consumidores concretos. Es evidente que algunas de las etiquetas son comerciales y están llamadas a tener una corta vida, mientras que otras pasarán a la historia de la literatura". A su proliferación, añade, "también se han sumado las editoriales y la prensa y, en todo caso, es sorprendente la aparición de tantas etiquetas relacionadas con la literatura de crímenes cuando camina hacia dejar de ser una literatura de género".

Dos troncos

En su estudio se remontan cronológicamente a los inicios de la novela negra (Raymond Chandler, Dashiell Hammett) y la novela policiaca o de misterio (Poe, Conan Doyle, Agatha Christie). Porque esos son los dos troncos originales de los que con los años han ido naciendo etiquetas y tendencias, aunque a menudo se utilizan indistintamente para identificar a todo el conjunto del género. "Hay consenso en que deben diferenciarse -explica Martín-. En nuestro país se siguen confundiendo y a todo se le llama novela negra. La policiaca es de origen europeo, resuelve el jeroglífico, es la novela de la estabilidad y de los finales felices, de los trucos de magia y de los superhombres de masas. La novela negra no resuelve nada, tienes finales infelices y normalmente está protagonizada por perdedores, ya sean detectives, ciudadanos o delincuentes de toda índole. Por lo tanto, la novela negra ofrece preguntas, la novela policiaca, respuestas".   

El debate

En otros países tienen claro el nombre que engloba el género. En Francia es el ‘polar’, en Italia el ‘giallo’, en Alemania el ‘krimi’. No así en España. Paco Camarasa, desaparecido librero de la ya extinta Negra y Criminal, especialista de todo lo ‘noir’ y primer comisario del festival BCNegra, proponía en su libro ‘Sangre en los estantes’ llamarlo género negrocriminal, aunque Canal matiza que en realidad, "la novela criminal ya incluye la negra". "En los años 80, especialistas como Javier Coma o Salvador Vázquez de Parga propusieron novela criminal, pero no cuajó. Últimamente también hay un exceso de uso del ‘noir’, cuando en España desde los años 50 al ‘roman noir’ se le llama novela negra. Supongo que lo encuentran más ‘chic’. Seguramente -concluye- lo más acertado sería denominarla novela negra y policiaca o novela de crímenes". Sea como sea, sus 'hijos' siguen multiplicándose.