Sus primeros pasos literarios fueron antifranquistas, con el compromiso social como bandera. «O estabas con los oprimidos o con el opresor, en aquella época no había neutralidad; y él era de los primeros». Quien lo recuerda es Manuel Simón Viola, doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Extremadura y miembro de la Asociación de Escritores Extremeños. En 2010 la Editora Regional encargó el libro Literatura en Extremadura para recopilar la producción regional y a él le tocó Víctor Chamorro.

Simón Viola cuenta que aunque después no le gustaba mucho que se lo recordaran, Chamorro formó parte de la generación del realismo social. La literatura como arma de guerra. Esa fue su primera etapa, los años 60 y 70. «Y él escribía de lo que más sabía, el entorno rural», dice.

Su obra no ha sido tan reconocida porque en Extremadura todo pasa más tarde. «Los frutos tardíos», expresa Viola para evidenciar que la región siempre se engancha la última, cuando la ola ya está pasando.

El cambio

Pero después de esos inicio hubo un giro fundamental en su vida literaria motivado por los escritos que llegaban de Sudamérica. «Empezaron a publicarse en España obras de García Márquez, Cortázar, Borges... y de repente se generó un gran complejo en esa generación. Porque ellos creían que habían usado la literatura para hacer política y al final no habían hecho ni política ni literatura. Y dejaron de publicar». 

Hubo un cambio revolucionario que se notó sobre todo a partir de los 80. «Decía Sartre que un escritor no lo es por lo que dice sino por cómo lo dice. A muchos escritores se les ha muerto un padre, pero pocos han logrado convertirlo en literatura».

Cuenta Viola que justo después de morir Franco los escritores de derechas le restregaban por la cara a los autores de esta corriente precisamente los textos de García Márquez y Cortázar «para ahonda en esa idea de que se puede hacer política y literatura a la vez».

Aún así, la obra de Chamorro, en todas sus etapas, ha sabido dejar una gran huella.