Luis García Berlanga ideó El verdugo después de que un amigo abogada le relatara una peripecia berlanguianísima: el letrado había asistido al ajusticiamiento de una mujer condenada por asesinado y al verdugo, impresionado (suponemos por el hecho de que fuera una mujer su víctima), se le tuvo que inyectar un sedante y arrastrarlo hasta el lugar de la ejecución. Sesenta años después de su estreno, la película, una de las obras maestras incontestables del autor valenciano, mantiene intacta la potencia de su reflexión sobre cómo las sociedades, y las convenciones y normas (por muy injustas que sean) de las que se dota, pueden aplastar al individuo. Tanto sigue sugiriendo, tanto habla de nosotros y de la forma en que nos organizamos, que El Espejo Negro ha decidido releer el filme para avisarnos de "una España que vuelve, que quiere perder la cabeza". La cita, a partir de este viernes en el Teatro del Soho-CaixaBank (funciones los días 13, 14, 15, 20, 21, 22 de enero).

Ángel Calvente, el máximo responsable de la legendaria compañía de marionetas malagueña, lleva "con muchísimas ganas" de adaptar a Berlanga desde el 2013, pero el proyecto terminó en un cajón. Retomó su aspiración hace casi dos años y ahora está orgulloso del resultado: "Es la primera adaptación de El verdugo a marionetas. Sin contar con la gestualidad de los actores [algo fundamental en el cine de Berlanga, apoyado decisivamente en sus intérpretes], resulta más difícil llegar al público, hay que hacerlo con luces y sombras... Pero creo que lo hemos conseguido", apunta el director.

Cuatro meses de dramaturgia y cerca de nueve meses para la creación, paciente, inventiva y artesanal, de las quince marionetas empleó el equipo de El Espejo Negro para levantar una aventura propia, que respeta y honra el original pero, a la vez, lo lleva a un terreno diferente, muy teatral. "No podíamos hacer una película sobre el escenario. Quería un espectáculo muy artesanal, muy de teatro, en el que la escenografía se mueve y las proyecciones aportan lo que tienen que aportar", asegura Calvente. Por cierto, los manipuladores de las marionetas (cuatro: Laín Calvente, hijo del director; José Vera, Carlos Cuadros y Susana Almahano) no se ocultan en las oscuridades del teatro negro: "Ellos son el sustento del espectáculo", dice el director. De hecho, hasta entablan diálogos con las marionetas en algunos momentos de la función.

Vivienda

La historia, claro, se mantiene: José Luis, el empleado de una funeraria, conoce a Amador, un verdugo profesional a punto de jubilarse, y a su hija, con la que empieza a mantener relaciones. Obligados a casarse y a buscar una vivienda, el joven solicita la plaza vacante de su suegro, convencido de que jamás tendrá que ejercer la profesión. El mensaje, por supuesto, se mantiene, y va bastante más allá de ese alegato contra la pena de muerte con el que se identificó durante décadas la película de Berlanga: "Esa vivienda, ese piso simboliza la opresión de la sociedad; el estatus que debes alcanzar para poder vivir entre comillas. Y hoy es lo mismo: mucha gente hipoteca su vida por el qué dirán los demás, por tener un coche mejor, por irse de vacaciones a Cabo Verde o por tener una casita con piscina en el Rincón de la Victoria, y no son nada felices. Se pasan la vida bostezando por lo que pudieron ser y no fueron", asegura Calvente.

Recuerda Ángel Calvente la primera vez que vio El verdugo, siendo adolescente: "¡Hostia, qué bestia!", reaccionó entonces. Hoy, décadas después, confía en que su versión del clásico llegue a los nuevos públicos del momento, a los jóvenes del siglo XXI, y sea su aportación, desde el humor negro y la gomaespuma de sus criaturas, para que esa España "casposa y oscura, en la que los hombres eran hombres y las mujeres eran mujeres, y los trabajadores estaban en lo más bajo del estrato social" no sea jamás desenterrada.

Ángel Calvente y Antonio Banderas, una dupla a más

El verdugo es la segunda coproducción de El Espejo Negro con el Teatro del Soho-CaixaBank, el espacio creado y gestionado por Antonio Banderas. Su anterior aventura conjunta fue Cris, pequeña valiente, el emocionante y estupendo acercamiento a la transexualidad para todos los públicos que se alzó con el Premio Max al Mejor Espectáculo Infantil. Parece haber una buena sintonía entre Ángel Calvente y Banderas. La colaboración fue buscada por el propio empresario malagueño: "Me llamó Antonio para que colaboráramos, le expliqué la historia de Cris y me dijo que le interesaría. Con El verdugo, igual", recuerda el responsable de El Espejo Negro, con la evidente satisfacción de que un referente artístico y social como Antonio Banderas se interese y alinee con sus intereses y preocupaciones artísticas.