Teatro

Ana Belén vuelve al teatro y a nuestras vidas

Podría ser inmortal. Será bella siempre, gran cantante y actriz memorable y mejorable en algunos trabajos. Dulce y roja, envidiada y distante

Ana Belén, en Limón & Vinagre.

Ana Belén, en Limón & Vinagre.

José María de Loma

Todo español que se precie ha estado alguna vez prendado de Ana Belén. A lo loco o racionalmente. Rozando el enamoramiento o de manera fugaz. Por una película o por una canción. Por todo o por casi todo. Ella sin embargo, con permiso de Víctor Manuel, dice que su corazón, sobre todo, lo ha entregado al teatro. Al que ahora vuelve, en El Español, Madrid, hasta el 4 de junio. Con una obra que resucita a Romeo y Julieta (Romeo y Julieta despiertan) y que se pregunta qué habría sido de ellos dos si despertaran de su muerte cincuenta años después. Despertarán, sí, después de un largo sueño, pero no se reconocerán, ya que Julieta solo ve a un hombre de ochenta tacos y Romeo a una señora muy bien conservada. Julieta cree haber dormido un instante, la sensación de Romeo es parecida. Pero se han transformado. Ya no son adolescentes. Es ahora cuando empieza su verdadera historia.

Romeo lo interpretará José Luis Gómez, aunque en algunas fechas será Jesús Noguero. El texto, dicen sus promotores, es fiel a Shakespeare, todo lo fiel que puede ser ese trasunto de personajes que viajan en el tiempo, añade uno. Tanto da. Yo prefiero ser fiel a Ana Belén que a Shakespeare. Dónda va a parar. Fiel a la trayectoria de María del Pilar Cuesta Acosta, nacida en Madrid en la Calle del Oso hace 71 años, eso confiesa, yo no me lo creo. Da igual. Ella no tiene edad. Podría ser inmortal. Será bella siempre, gran cantante y actriz memorable y mejorable en algunos trabajos. Dulce y roja, envidiada y distante. Deslenguada más en el cine que en la vida real. Va tardando en aparecer la palabra musa. De no pocos columnistas, de cierta izquierda, del cuarteto que formó con su marido y Serrat y Miguel Ríos. Ana Belén vuelve a las tablas inmersa hasta ahora en un periodo de discreción. Yo le sugiero que escriba sus memorias. La escritura es tal vez la única rama de las artes, bueno y la escultura, que no ha practicado. Unas memorias calmadas, sin aguijones, trufadas de dulces recuerdos, de vivencias, de teatro, cine y escenarios. Más de veinte discos en solitario, más de cuarenta películas, desde aquel mítico Zampo y yo del año 55; decenas de participación en series, ay, Fortunata y Jacinta -sobre todo, ay, Fortunata- e innumerables obras teatrales.

Ana Belén, tu nombre es talento, escenario, focos y acción. Tu mirada lleva con nosotros toda la vida y forma parte de nuestros recuerdos.

Romeo y Julieta. Cincuenta años después. La obra ahonda en el amor maduro, bastante maduro, en lo por venir y en el pasado. Dice Ana Belén que al principio le pareció una locura, pero que ahora está encantada. Aunque entre esta pareja de Romeo y Julieta viejos pueda colgarse el cartel de no hay pasión, la obra Romeo y Julieta despiertan, puede colgar el cartel de no hay billetes. Si los habrá habido para que Ana Belén regrese al trabajo, por mucho que este retorno nos resulte impagable. Lo suyo sería que la obra hiciera luego una gira luego por provincias. Las provincias siempre están muy necesitadas de Ana Belén y de José Luis Gómez, de lo shakesperiano y de sus interpretaciones. El espectáculo, escrito por el dramaturgo austríaco E.L. Petschinka y dirigido por Rafael Sánchez, imagina que Romeo Y Julieta no murieron con el veneno. No yacen para siempre en Verona. Estaban durmiendo, soñando pasiones y celos, amor y sentimientos universales. Por ese retrato de pasiones eternas la obra de Shakespeare no caduca. Porque la traición y la pasión no caducan y están presente en todas las épocas y edades del hombre.

Ana Belén tiene una cita con nosotros de martes a domingo a las siete en el El Español. Allí nos va a preguntar por qué no se puede amar apasionadamente a los ochenta o a los setenta, por qué el amor tiene innecesariamente que ser sinónimo de juventud. Baila y canta y enmienda la plana a la tragedia clásica. Vuelve Ana Belén, que nunca se ha ido. La Victorita de La Colmena, la Pilar de Libertarias, la Desideria de La Pasión turca. En fin, Adela en La Casa de Bernarda Alba. Vuelve en vivo para representar (una versión) de una de la más grandes obras que nunca se hayan escrito. Un poco de Ana Belén siempre es mucho. Ahora que se ha convertido en una clásica de nuestras vidas, interpreta a un personaje clásico. Le dejará su huella. La impronta es la rúbrica del talento. Viva el teatro y que los que lo consideran un género en crisis guarden un rato de silencio: hay una diva trabajando.