La cultura que nos viene

Resulta que esculpían rostros

Dos de los rostros tartesos hallados en Casas del Turuñuelo.

Dos de los rostros tartesos hallados en Casas del Turuñuelo. / EFE /Samnuel Sánchez

En mis libros de texto, Tarteso era una cultura mítica, Cancho Roano no existía -a pesar de que yo estudiaba en Montijo, a una hora y poco de allí- y acabé la EGB pensando que, en fin, los tartesos tampoco. Escribíamos Tartessos. Ocupaban una línea. O dos. O un párrafo pequeño. Hablaban de joyas de oro, que sí se habían encontrado, pero, repito, yo terminé mis estudios creyendo firmemente que las joyas eran reales, pero que no sabíamos más de ellos: ni cómo eran, ni cómo vivían, ni cómo eran sus casas ni sus ritos ni su organización social ni su escritura, si es que la había, ni su lenguaje, ni qué comían ni nada de nada. Luego visité Cancho Roano muchas veces antes de saber que era tarteso o tartésico, antes de aprender la palabra «turdetano» porque, recuerden, Tarteso no existía. Tarteso era un mito, como las historias de Heras y de Zeus, el mundo sobre una tortuga gigante y Áyax. 

Cancho Roano es el conjunto tartésico-turdetano mejor conservado de la península ibérica y es un yacimiento excepcional. Allí vivieron las gentes del 550 antes de Cristo y también se incendió o lo incendiaron, como el Turuñuelo. En el valle del Guadiana hay una docena (¿quizá más?) de yacimientos arqueológicos tartésicos, de los que se han excavado tres: Cancho Roano, La Mata y El Turuñuelo.

La Mata estuvo ocupado por una familia aristocrática procedente de las costas del sur. Está a 18 kilómetros en línea recta de Cancho Roano.

La perla

Lo mismo no pueden tocar. O sí, no sabemos. Lolo Fernández es payaso. Ha recibido varios premios. Se va a dedicar a molestar a los músicos de la Orquesta de Extremadura. En Cáceres y en Villanueva. Es un concierto para pequeños y mayores, uno de esos conciertos en familia que hace la OEx y que se llenan. Lolo ya estuvo: le quitó el trabajo a Manu y Antonio, hizo de atrilero y ahora será presentador. O algo así. Dirige Isabel Rubio, a la que no le arrendamos las ganancias, o sí, porque el otro día les entrevisté y se estaban tomando unas tapas. Esta tarde en Cáceres y mañana en Villanueva de la Serena tienen oportunidad de reírse y de disfrutar de Vivaldi, Bizet y los ‘greatest hits’ de la música clásica. Otra cita importante: el cumpleaños de Experiencia Danza, dos décadas en movimiento, que se moverán más esta tarde y mañana en el Hospital Centro Vivo de Badajoz.

Que el Turuñuelo existía se sabe desde la década de los noventa, pero la primera campaña se realizó en 2015. Y lo que pensábamos que iba a ser otro yacimiento más, con sus ánforas rotas y sus cerámicas y sus vidrios y sus piedras, comenzó a ser portada de publicaciones en todo el mundo. Allí nació Zújar, el perro grandote que recibe a los visitantes cuando la arqueóloga con la que vive (Esther Rodríguez, codirectora de la excavación) anda por allí. Es todo un guardián: llega moviendo el rabo y dando lametones aunque no te conozca de nada. Allí han encontrado un altar de adobe con forma de piel de toro, unos caballos que fueron portada en el ‘National Geographic’: «Abandonado a finales del siglo V a.C., este santuario tartésico dio el salto a la fama cuando en su patio de ofrendas aparecieron no menos de 50 caballos, mulas y burros sacrificados ritualmente a los dioses. Testimonio de una misteriosa civilización hoy desaparecida, el Turuñuelo es uno de los principales templos del suroeste peninsular».

No hubo azar aquí. Se eligió un túmulo específico en la finca Casas del Turuñuelo para hacer un sondeo y para estudiar las semillas y el polen. Pensaban que iban a estar una semana: excavaron casi un mes. Se pidió un permiso en 2015. Y surgió la Estancia 100. La Estancia 100 «estuvo cubierta con una bóveda de ladrillo, técnica que en la península ibérica no se había documentado hasta época romana». Setenta metros cuadrados en los que había un altar en forma de piel de toro (los tartesos los hacían así): las paredes estaban pintadas de rojo, había una puerta orientada al este, había una vajilla con 200 platos, había una caja de marfil y, en la caja de marfil, un collar de vidrio, había lo que parecía una bañera, lo que parecía un sarcófago. 

Hace seis años se excavó la Habitación del Banquete. Allí se descubrieron once peldaños: «los seis inferiores se habían construido con bloques fabricados con mortero de cal (una técnica que sólo se había documentado en época romana) imitando sillares de piedra; los restantes estaban hechos con losas de pizarra sobre adobe. La escalinata desembocaba en un patio abierto, lo que dejaba claro que el edificio contó en su momento con dos plantas». La foto del sacrificio animal dio la vuelta al mundo. En años sucesivos, el cuerpo de un hombre, braseros de bronce y la promesa de la puerta este. 

Escaleras y cadáveres de caballos encontrados en el yacimientos Casas del Turuñuelo, en Guareña.

Escaleras y cadáveres de caballos encontrados en el yacimientos Casas del Turuñuelo, en Guareña. / JUnTAEx

La puerta este como Santo Grial del Turuñuelo, pensábamos los periodistas. Ah, la puerta este, dónde estará. Cuando nos dijeron que nos contarían, el martes, una gran noticia, pensamos: la puerta este. Otros pensaron: restos humanos a mansalva. Otros: más caballos. 

Esto no lo vimos venir. Queríamos hallar la puerta de entrada al palacio, al santuario, al templo, a la vivienda enorme. Y encontraron caras. Cinco, con labios perfiladísimos, de una belleza extraordinaria, que han vuelto a recorrer el planeta y sí, se lo llevamos contando cuatro días, pero ustedes no saben qué fue estar allí cuando Esther Rodríguez destapó las caras y dijo aquello de «Les presentamos lo que serían los primeros rostros de Tarteso» y yo grité: Ay, Dios.

Y se me puso la carne de gallina durante 45 minutos y Sebastián Celestino dijo que si queríamos preguntar algo y no me salía la voz del cuerpo y yo estaba allí el momento en que nos contaron que la historia ha cambiado porque la historia es una ciencia viva resulta que no, que en Tarteso no eran anicónicos, sino que hacían esculturas y que esas esculturas cuentan una historia y qué de abrazos nos dimos todos y qué contentos estábamos y qué sonrisas bobaliconas y qué brillo en los ojos y qué día. Qué día. 

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