La cultura que nos viene

Que treinta años no es nada

Marino González Montero, cofundador de La luna libros, en una foto de archivo.

Marino González Montero, cofundador de La luna libros, en una foto de archivo. / El periódico

Publicó un libro de Carlos Lencero que le entusiasmó y luego no sabía si iba a haber otro. Sucede así muchas veces. Es el «lo hacemos y ya vemos» que utiliza siempre Pablo Cantero. Lo hacemos, a ver qué pasa, esto hay que publicarlo, por favor, ojalá esto lo lea todo el mundo: con frases así comienzan muchas editoriales. Con un libro que gustó. 

Han pasado treinta años de aquello.

Lo celebramos (porque no me lo perdería por nada del mundo y, si viven en Mérida -y, si no, también- les invito a que vayan) a las siete y media de esta tarde en la Biblioteca Pública del Estado Jesús Delgado Valhondo, la que está enfrente de la estación de autobuses en Mérida (la del centro es la Juan Pablo Forner -no se imaginan la de gente que se lía con los dos nombres-). Quieren reunir a la mayor parte de los autores, fotógrafos, pintores y demás artistas que han colaborado con la editorial a lo largo de estas tres décadas. Y, sobre todo, quieren reunir a los lectores.

-¿Habrá tarta? Tarta, vino, unas galletitas, algo...

-Algo habrá -me dijo Marino.

Marino es Marino González Montero que, junto a Ana Crespo, su mujer, montó la editorial, una librería, una revista (no por ese orden) y una compañía de teatro. 

«Contra los elementos y contra las inclemencias, treinta años lleva la editorial De la luna libros escalando una y otra vez con toda la fe posible. Hace falta mucha para montar en 1993 una editorial privada y dedicarse a publicar a autores extremeños que difícilmente hubiéramos encontrado una editorial donde vivir, un refugio en medio del aguacero o la ventisca, donde sentirnos a salvo». Lo escribió Pilar Galán en estas páginas justo ayer. Pilar Galán acaba de publicar, con ellos, con De la luna, ‘Si esto fuera una novela’, a la que ya dediqué un artículo y que espero que todo el mundo lea. Yo, por lo pronto, he quedado antes con la autora para tomar un café e irnos después a celebrar. 

Han pasado muchas cosas en estos treinta años, han surgido más editoriales, se han dejado de vender libros (Marino recordaba los premios Planeta, que a los dos días de otorgarse tenían una faja en la que ponía: «Un millón de ejemplares vendidos»), hay editoriales -la misma Planeta- que ofrecen servicios de autopublicación, se piratea mucho más, hay otros formatos (lo intentaron con el digital, pero solo se vendió un ejemplar, que seguro que compró alguien que ya tenía el libro físico, por militancia) y el consumo de productos culturales (no dejan de ser productos, bienvenidos al capitalismo) ha cambiado mucho. Pero ahí siguen. Pensando en lo que publicarán de aquí a diciembre. 

Han editado, casi exclusivamente, a autores extremeños «y toda la producción de nuestros libros se hace íntegramente en nuestra comunidad autónoma, desde fotógrafos, maquetadores, imprenta, coordinadores...». Por eso tienen que venir todos. Porque, durante mucho tiempo, ahora también, quedarse en Extremadura era un ejercicio consciente de resistencia. 

La perla

 ‘Alma’ es el nuevo espectáculo de Sara Baras, que desde luego no es una perla escondida en el Atlántico, porque todo el mundo la conoce. Lo que a mí me gustaría es que fueran a verla aquellos a los que no les gusta el flamenco. Y que la vieran bailar un bolero, una seguiriya, una bulería, una rumba, un garrotín, una caña, una soleá por bulería, un jaleo. Porque sí, baila boleros en este ‘Alma’, con música bien reconocible por todos. ‘Nostalgia’, ‘Señora’, ‘Contigo aprendí’, ‘Adoro’: temas que podríamos cantar de un tirón. Temas que pocas veces hemos visto bailar o que pocas veces hemos visto bailar así. Con la maestría de Sara Baras, ante la que se han rendido los teatros de todo el mundo. Y viene con Keko Baldomero, ahí es nada. A las nueve de la noche mañana sábado en el López de Ayala de Badajoz es la cita.

No se imaginan ustedes la cantidad de empresas de Madrid que organizan actos en Extremadura. Actos públicos. Actos pagados por su ayuntamiento. Que digo yo, llámenme utópica, que un ayuntamiento podría, es un poner, contratar a gente de su ciudad o de su comarca o de su región. No sé, por aquello de que el dinero se quede en el sitio, de que se enriquezca el territorio, así, poquito a poco, digo. Es una idea de estas descabelladas que tengo de vez en cuando. Que no es tan difícil hacer patria. Que no se te puede llenar la boca hablando de Extremadura y luego pensar que en Madrid lo hacen mejor, carajo. Apúntenlo para las próximas elecciones.

Voy a recoger velas, que estoy de celebración y he quedado con Pilar Galán esta tarde (de verdad, qué suerte la mía). Por De la luna han pasado otros editores, como José María Cumbreño; poetas como Elías Moro o David Eloy Rodríguez (Elías ha coordinado colección, además), Irene Sánchez Carrón (que también ha escrito letras flamencas), Isidro Timón, nuestros queridos Fulgen Valares, Carlos Reymán y Juan Antonio Bermúdez, Carmen Hernández Zurbano, Aníbal Nuñez, Juan Antonio Zambrano, José Viñals, Alonso Guerrero, Víctor M. Díez, Montaña Campón, Diego González, Juan Ramón Santos, Fernando de las Heras… Novelas, cuentos, canciones, teatro, poesía, libros ilustrados. 

Nombren a un autor extremeño reconocido y, muy probablemente, habrá pasado por la editorial De la luna libros. Alguno no extremeño también. Nació con esa idea: publicar desde aquí a los de aquí para la gente de aquí. Porque, sí, da igual dónde nazcas: puedes escribir bien siendo de Montijo o de Barcelona. Pero a la hora de publicar, los de Montijo tienen menos posibilidades. Quedarse es política. 

Uno se queda por convencimiento. Se busca la vida en una tierra por convencimiento. Y construye una empresa cultural por convencimiento. Con sus luces, sus sombras, sus pesares y, de pronto, la alegría: oh, cinco años. Oh, hemos llegado a los diez. Dios de mi vida: treinta.

Por cierto, Marino. ‘Pretérito imperfecto’ de Pilar Galán y ‘Retablo de Morales’ de Carlos Lencero están agotados. Ahí te lo dejo. 

Suscríbete para seguir leyendo