MÁLAGA - 0: Kameni; Jesús Gámez, Weligton, Onyewu (Demichelis), Alex Portillo; Seba, Iturra, Recio (min. 64, Juanmi), Duda (Camacho, min. 83); Buonanotte y Santa Cruz.

CACEREÑO - 1: Fuentes; Palero, Juli Ferrer, Carrizosa, Toni; Santi Amaro, Gaspar, Checa (min. 81, Elías), Chapi; Valverde (Rubén Rivera, min. 61) y Esteve (min. 72, Matías Saad).

GOLES: 0-1: min. 36, Chapi.

ARBITRO: Del Cerro Grande (Colegio Madrileño). Amarillas a los jugadores visitantes Palero, Toni y Elías.

INCIDENCIAS: Más de cien seguidores verdes en las gradas.

Derrotado en la eliminatoria únicamente por el valor doble de los goles fuera de casa, el Cacereño escribió con la letra del buen fútbol una de las páginas más hermosas de su historia. Ganó en el campo del cuarto clasificado de Primera División y campeón de su grupo de Champions, el Málaga (0-1), ofreciendo toda una demostración de coraje e inteligencia táctica.

Le faltó el canto de un euro para completar una gesta que le hubiese situado en octavos de final, pero la satisfacción, pese a todo, debe ser tremenda. Que catorce tipos defiendan de este modo la camiseta de tu ciudad es, sencillamente, maravilloso.

La aventura acaba aquí después de disfrutar mucho con la eliminaciones a Villarrobledo y Lucena --ambas a domicilio-- y dar la cara ante uno de los mejores equipos de Europa como se está mostrando la escuadra de Manuel Pellegrini.

El Cacereño salió mandando. Y durante los primeros cinco minutos estuvo más en el campo del Málaga que al revés. La propuesta de Julio Cobos era no tener miedo ninguno al lujoso rival, aunque cambió su libreto habitual y no alineó a ningún '9' puro, sino que apostó por la rapidez de Carlos Valverde en el papel de ariete con Esteve. Todos los demás, casi el once titular, sin Rafa Gómez ni Jaraíz.

Los verdes --vistiendo completamente de este color, por cierto-- tuvieron un bocado de realidad en el minuto 6. Una incursión andaluza por la izquierda acabó con Juli Ferrer estrellando por accidente el balón en el poste al intentar despejar. Como respuesta, Esteve obligó a trabajar a Kameni poco después en lo que fue el primer disparo a puerta del Cacereño.

EQUILIBRIO El partido transcurría con una aparente igualdad. El Málaga intentaba hacer valer su evidente superioridad técnica, pero su oponente no desmerecía en absoluto, desterrando de su vocabulario la palabra 'miedo'. El silencio se hizo en La Rosaleda en el minuto 16: un centro desde la izquierda lo conectó Palero con la cabeza y el balón salió fuera por poco.

Era un intercambio de golpes: Buonanotte enganchó un disparo desde fuera del área para intentar recordar cuál era el equipo de Champions y cuál el de Segunda B, pero tampoco tuvo suerte (min. 19).

El conjunto de Cobos se había asegurado lo que ya se ganó ya en el Príncipe Felipe: el respeto de su rival. No es poco cuando se trata de fútbol. El choque entró entonces en una fase de atonía, pero sin distinguirse aún la diferencia de categoría. A ello contribuía el hecho de que no había violencia sobre el césped, sino más bien una limpia competitividad.

Llegó entonces una falta a media altura en el campo malagueño. Un templado centro acabó con el balón en los pies de Chapi casi en el área pequeña y, tras cierto barullo, supo resolver en el 0-1 (min. 37). Como le estaban insultando desde la grada, no pudo reprimirse al llevarse el dedo al oído. Tremendo.

El Málaga se quedó boquiabierto. Su única respuesta fue un disparo lejano de Recio bien despejado por José Fuentes. Y faltando dos minutos para el descanso, el punto de inflexión: Valverde se planta solo ante Kameni y, con todo a favor, estrella el esférico en el cuerpo del portero. Pitada del público local desaprobando la actuación de los suyos. Y un Cacereño de 'sombrerazo' que se fue al descanso ganando. José Fuentes construyó un pequeño milagro a poco de salir de los vestuarios. Con un Málaga espoleado por la sensación real de que podía ser eliminado, un balón perdido en el área acabó con un doble remate de Seba que rechazó por dos veces el guardameta, en una excepcional demostración de reflejos.

Los malacitanos continuaron con esa línea en la segunda parte, aunque sus ocasiones no fueron ni de lejos tan claras. Mientras, el Cacereño se quedaba agazapado atrás, jugando con los nervios de un rival sin duda exigido y esperando un contragolpe que le diese la gloria. En fuerza física también parecía haber bastante equilibrio.

AMBICIOSOS Cobos movió la ficha de la ambición faltando un cuarto de hora. Las heroicidades no valen para nada si no se gana la guerra. El técnico retiró a un mediapunta como Esteve e introdujo al ariete Matías Saad. Fue el argentino el que precisamente la lió a poco de salir. Jugando de espaldas, habilitó un delicioso balón que Gaspar, de nuevo a bocajarro, no supo transformar ante el desesperado cruce de Demichelis. El estadio volvió a enmudecer de puro pánico. Milagroso que no hubiera sido gol aquello. Tremendo.

No sería la última, ni la más conmovedora. En el 78, Checa remató de cabeza a gol en lo que el árbitro consideró posición de fuera de juego. Lo era, pero por muy muy muy poquito. A esas alturas, la afición local mostraba su indignación y exigía más virilidad, de tanto que estaban ridiculizándoles los extremeños.

Con el cuchillo entre los dientes de los dos guerreros,Amaro tuvo otra en el 87, pero esta vez se encontró con Kameni. Poco más. Faltó muy poco para el 'Rosaledazo'.