David Salvo Aizcorbe (Plasencia, 30-10-1973) era un centrocampista organizador que, con 18 años, sufrió un golpe duro: entrenando en el equipo del centro de instrucción de San Fernando (Cádiz), donde hacia la mili , se rompió la rodilla. Su vida dio un giro.

"Al año siguiente ya estaba entrenando en el Valcorchero". Salvo, el hombre que ha guiado a los jóvenes de la selección sub-18 a la fase final del Campeonato de España, que se inicia mañana en Navalmoral de la Mata, es el protagonista de una historia en el que el protagonismo ha tenido un nombre con mayúsculas: el fútbol.

Tras el Valcorchero, llegaron el Ciudad de Plasencia ("que fundé con un par de amigos en el 98"), el Moralo (tres años, uno de ellos con fase de ascenso a Segunda B incluida, mucho mérito aquello para un modesto), Montehermoso (tres temporadas, un ascenso a Tercera), Chinato y UP Plasencia.

Su cara es una de las más reconocibles dentro de los banquillos de Extremadura. Autónomo, con una empresa de reparación de calderas, que es lo que realmente le da de comer, se enfrenta ahora al reto de llevar a sus chavales a lo más alto. "Hombre, nunca pensé que podíamos estar ahí", asume, "y más cuando vi a los rivales que nos tocaron en Palma de Mallorca, como Valencia".

Consiguieron estar arriba, contra cualquier pronóstico, y han llegado a la cima. "Les he dicho a los chavales que, ya que estamos aquí, vamos a intentar llegar por lo menos a la final; ojalá lo hagamos". Mañana se miden a Aragón, "tenemos opciones y una gran oportunidad", dice. Lo mejor es que, como él mismo ha transmitido a sus futbolistas, "no tenemos presión".

"Aquí hay 4 o 5 jugadores que apuntan alto, que pueden ser futbolistas importantes", sostiene sin dudar Salvo por la calidad que atesoran algunas de las perlas que dirige. No lo nombra, pero uno de ellos es el delantero José Pedro (Diocesano), que acaba de firmar por el Villarreal. Un ejemplo más.