"Jamás me había ocurrido nada parecido", asevera José Angel Morillo Cotano, árbitro almendralejense encargado de dirigir el Fuente de Cantos-Valdelacalzada, cuando es cuestionado sobre los detalles de una incidencia especialmente llamativa aecida en el estadio Francisco de Zurbarán en la mañana del pasado domingo.

El protagonista futbolístico se lo toma como una mera anécdota, pero lo sucedido en el transcurso del partido del grupo extremeño de Tercera causó una cierta tensión que no fue a mayores en un encuentro en el que el propio trencilla salió ovacionado por el público asistente. "Sorprendentemente, antes del inicio, me estaba esperando un guardia civil en el terreno de juego. Luego se colocó al lado del banquillo visitante, cuando no debía hacerlo", relata a este diario el colegiado sobre la actitud de un miembro de la fuerza pública de la localidad.

"Decía que quería hablar conmigo; yo no le hice mucho caso porque bastante tenía yo con lo que tenía, que era arbitrar", añade. A lo largo de los 90 minutos, el agente no se separó del banquillo que ocupaba el Valdelacalzada, según el trencilla. "En el descanso quiso hablar conmigo también", porque decía algo así como que "aquí mando yo".

"Lo normal es que se pongan en el túnel de vestuarios o junto a la valla, pero él decía que no, que su sitio era ese", apuntó el colegiado almendralejense, de 39 años y jefe de adminstración de la empresa Antonio Guissona en su localidad natal. "Jamás me ha ocurrido nada en Fuente de Cantos, donde he pitado muchas veces y siempre he tenido un excelente trato de la Guardia Civil y del público", aseveró.

Testigos presenciales del encuentro, que finalizó con victoria local por 2-0, aseguraron ayer a este periódico que, al término del choque, tanto el guardia civil como dos de sus compañeros fueron al vestuario. Hubo incluso amago de denuncia por "desacato", pero ésta finalmente no se produjo. Tampoco el colegiado incluyó nada en el acta, ni siquiera un anexo, cuando ya todo se calmó.

El colegiado asegura que el guardia civil le dijo que "se iba a cumplir todo lo de la Ley del Deporte, que para eso llevaba 16 años trabajando, y que iba a multar al club por vender bebidas alcohólicas", afirma. "Fue una situación ridícula, de la que me reía y me decía: ¿qué me está pasando?. Desde luego que no te lo esperas", cuenta.

Este periódico intentó ayer recoger la versión del otro protagonista, pero el acuartelamiento de Fuente de Cantos permanecía cerrado.