Thiago Braz da Silva dio a Brasil su segunda medalla de oro al superar en la final de salto con pértiga al francés Renaud Lavillenie, gran favorito para repetir el título que logró en Londres 2012. El brasileño de 22 años batió el mejor registro olímpico al saltar 6,03 metros en un emocionante desenlace marcado por los abucheos recibidos por su contrincante durante los últimos saltos.

"Esto no es fútbol. Es la primera vez que veo algo así en atletismo", declaró tras la prueba Lavillenie, que llegó incluso a comparar su situación con la que sufrió Jesse Owens en los Juegos de Berlín de 1936, cuando los atletas afroamericanos padecieron un trato racial por parte del público nazi. Pese a que rectificó sus palabras horas después, la dureza con la que criticó al público brasileño provocó que éste reaccionara de forma aún más airada en la ceremonia de entrega de medallas que tuvo lugar este martes.

ACITITUD REINCIDENTE

En el podio, y mientras le entregaban la medalla de plata, Lavillenie no pudo contener las lágrimas en medio de una sonora pitada pese a los intentos de Da Silva de detener ese comportamiento, aplaudiendo incluso al francés con deportividad. Un gesto que el propio Lavillenie reconoció a través de unas fotos colgadas en su perfil de Twitter, en las que podemos ver como el brasileño le consuela entre bambalinas.

Se trata de un nuevo episodio dentro de la cuestionable actitud de los espectadores de Río que ha indignado a muchos atletas al sufrir pitadas y abucheos constantes durante sus competiciones. El velocista norteamericano Justin Gatlin o los gimnastas masculinos que competían en suelo contra los brasileños son solo algunos ejemplos, a los que habría que sumar la actitud inquieta y ruidosa de los espectadores de partidos de tenis, como el que enfrentó a Rafa Nadal y Kei Nishikori.