En Extremadura, concretamente en Talavera la Real, tenemos el lujo de albergar la Escuela de Reactores del Ejército del Aire, el Ala 23. Corría el mes de diciembre de 1953 cuando la escuela comenzó su actividad, destinada a formar pilotos en su transición de los motores de pistón a los de reacción que fruto de los acuerdos de cooperación con los EEUU llegarían próximamente.

Hasta 1969 los T-33 y los F-86F Sabre serían los reactores con base en Talavera. A partir de esa fecha se incorporarían los F-5 que tras la paulatina retirada de servicio de los primeros, siguen hoy siendo los inquilinos de nuestra escuela y los responsables de hacer sentir por primera vez la famosa «patada en el culo», al entrar en funcionamiento el postquemador, a los pilotos acostumbrados a la entrega de potencia de un motor a pistón.

Algo así puedes sentir cuando te sientas por primera vez a los mandos del BMW 540i xDrive con paquete deportivo M. Su panel digital específico para conducción sport, existen tres modalidades, los datos necesarios mostrados en el head display y un cambio de levas de rápida respuesta, te hacen sentir verdaderamente sentado en la cabina de un ágil reactor.

Si hasta ahora solo has conducido las versiones más dóciles de la marca, podrás revivir la experiencia de esos pilotos que siente por primera vez la patada de potencia que te proporciona las versiones más deportivas del fabricante alemán, las M. La transición también necesita una breve adaptación. Extraer todo el potencial a este modelo no es tarea fácil y hacerlo en carretera abierta es directamente ilegal, a partir de las 7.000 vueltas de la primera de sus ocho marchas. Eso sí, como nuestros alumnos pacenses, superada la instrucción, el tránsito hacia los F18 o Eurofighter, en nuestro caso a marcas como Porsche o Ferrari, son la aspiración lógica de sensaciones.

Desde 70.500 euros

El nuevo 540i XDrive que ha comenzado a comercializarse en 2017 es un 6 cilindros en línea de 2.998cc que ofrece 340 CV, con tracción a las cuatro ruedas, y caja de cambios automática de ocho velocidades. El precio base es de 70.500 euros al alcance de muy pocos. Si además le incorporamos extras como el paquete deportivo, la visión nocturna, el head-up display, y todas la medidas de confort imaginables como calefacción y refrigeración de asientos, masaje personalizado, techo eléctrico, equipo de sonido Bowers & Wilkins Diamond,... el precio puede subir hasta los 128.000 euros como es el caso de la unidad probada.

A sabiendas de que ponen en tus manos semejante inversión y que el objetivo de la marca es que transmitas las sensaciones que puede ofrecer un vehículo así para los elegidos que puedan acceder a él y no quieren un vídeo viral con miles de visualizaciones en el que el final no sea feliz, nos ponemos a los mandos.

Para empezar utilizamos una de las tres opciones estándar de conducción: la económica. Fue una agradable sensación... durante los 30 segundos que la tuve activa. Inmediatamente enfilamos carretera abierta que es el entorno en el que un coche así se encuentra a gusto y comienza la diversión.

Hay una frase que me acompaña desde hace ahora 30 años, efemérides que cumple la película Top Gun: «Su ego extiende cheques que su bolsillo no puede pagar». Conviene no olvidarla cuando la adrenalina y la sensación de poderío empieza a inundarte. Renunciar a buscar los límites del coche es una máxima que debemos grabarnos a fuego.

Límite, 250 km/h

En autopista el límite viene marcado directamente por el fabricante que a mediados de los años 80, junto con otros fabricantes alemanes establecieron el límite de sus vehículos, salvo algunas excepciones, en los 250 km/h. BMW lleva este acuerdo a rajatabla y modelos como el M5 y M6 Competition con 600 caballos de potencia tienen limitada electrónicamente su velocidad máxima a esa cifra. En cualquier caso, la velocidad nunca me ha parecido una característica destacable, más allá de mis tardes infantiles de piscina en las que las partidas de cartas se dilucidaban por caballos o velocidad punta y en la que los modelos que corrían en pistas de sal salían siempre victoriosos. Pero ni las rectas ni las pistas de sal son el hábitat en el que el 540 transmite diversión. Son las carreteras viradas donde la entrega de potencia, el cambio de levas y cómo no, la tracción a las cuatro ruedas y las ayudas electrónicas a la estabilidad te proporcionan sensaciones sin que tu electrocardiograma se salga de los márgenes.

Claro que después de cuatro días he mirado el consumo medio, algo más de once litros a los cien kilómetros, pero eso es solo porque pertenezco a la gran mayoría de los que no podremos tener este caza en nuestro garaje, aunque después de todo mi amigo Iñaki tampoco aparca en su casa el Airbús 320, pero que le quiten lo bailao.