Hace ocho años, Pablo Margallo Lozano (Montánchez, 1 de marzo de 1999) jugaba en el equipo de Valdefuentes. «No había gente suficiente en mi pueblo». Hoy ya es uno más en la familia del Diocesano, en cuyo juvenil A de Divisón de Honor está firmando una temporada espectacular, aderezada con seis goles.

En el torneo Javi Sánchez, «perdimos 24-1, pero debí jugar bien y les gusté», cuenta el protagonista. Margallo, un jovencito descarado dentro y puede que fuera del campo, fue reclutado por el club cacereño y, de la mano de José Luis Mohedano, su primer entrenador en los benjamines, se integró como uno más.

«Mi padre me traía para entrenar y jugar». Y así durante años. Su progenitor, fallecido hace cinco años, viajaba con él desde Montánchez para que Pablo cumpliera su sueño. Ahora es su hermano Diego, ex también del Dioce que juega desde esta temporada en el Miajadas, de Primera extremeña, el que le guía de verdad en el fútbol. «Es el que me dice que hay que tener los pies en el suelo y trabajar», añade. Su madre, por supuesto, pone el resto.

Ver a Pablo Margallo sobre el césped del Manolo Sánchez supone un verdadero espectáculo. La entrada merece la pena. Golpea el balón como pocos y se entiende con compañeros con Iván, que lleva también seis goles, a la perfección, formando una sociedad fantástica, a la que se unen prometedores futbolistas como Marcos, otro talento puro.

«No, no. Sé que me queda mucho, que tendré que mejorar, que tengo mucho que aprender». Margallo insiste en que con humildad tendrá más opciones de llegar lejos, pero pese a todos los halagos que ha recibido últimamente tendrá que continuar peleando en cada entrenamiento, en cada encuentro.

Isco, referencia

Es madridista «por supuesto» y admirador absoluto de Isco, un futbolista que juega en la posición que a él le gusta, con libertad de movimientos y justo detrás de los delanteros. Evidentemente le gustaría llegar algún día al club blanco, pero sabe que eso es una entelequia. Incluso para ser profesional lo tendrá difícil, asume, pero en el Diocesano ya saben que varios clubs importantes tienen informes sobre él.

«Me gusta todo lo relacionado con el deporte. No lo sé, pero a lo mejor Ciencias del Deporte», dice sobre qué puede estudiar en el futuro. De momento, «a todo el mundo le digo que tengo que sacar el Bachillerato». Y tanto: el pasado año «se me dio mal y repetí». Cursa Segundo este año en la Universidad Laboral tras una mala experiencia en el Norba Caesarina en 2016. «Este año sí...», no duda en decir. Este año estudiará y se centrará en los libros, insiste, aunque su verdera pasión sea el fútbol. Es evidente que no lo puede evitar.

Mientras culmina ese trasvase de instituto, en lo que se afanaba ayer, Pablo Margallo ha vuelto a dejar a todos boquiabiertos con sus goles del pasado fin de semana. Su alargada figura promete en el horizonte del fútbol nacional. Pero, en el fondo, aún no ha hecho nada. ¿Lo sabe? Solamente el futuro dirá si es así o no.