Con el todavía no anunciado fichaje de Anton Grady -salvo sorpresa descomunal, se hará esta semana que comienza--, el Cáceres Patrimonio de la Humanidad da por cerrada la primera plantilla para la próxima temporada. Contabilizando las altas y las bajas, el balance es que un 40% del anterior equipo continúa, mientras que será nuevo el restante 60%. Es llamativo el hecho de que sean exactamente las mismas cifras que hace un año, cuando se completó la plantilla 2016-17.

Es una revolución moderada. El club estuvo preocupado durante unas semanas por el hecho de que los que considera ‘jugadores de casa’ abandonasen el barco aprovechando en el mercado haberse revalorizado estos últimos años. Los casos de Guille Corrales y Luis Parejo, que seguramente manejaron ofertas importantes de otros clubs de la LEB Oro, fueron los más claros, pero finalmente consiguió retenerlos, así como a Niko Rakocevic.

La cuarta renovación tuvo tintes más especiales, ya que existía cierta obligación moral de ofrecerle continuar a Dani Martínez después de la grave lesión que sufrió en febrero, no como ocurrió la temporada anterior con José Marco ni en esta con Warren Ward, lo que se hubiese considerado un riesgo excesivo. Además, Martínez interesa mucho a nivel deportivo por su juventud, polivalencia y su capacidad para seguir progresando.

El resto ha sido acudir al mercado. Las dudas sobre si jugadores como Rolandas Jakstas o Pol Olivier podían tener un hueco se fueron borrando con el paso de los días. El Cáceres quiere caras nuevas y otro modelo de plantilla, quizás con un componente más físico y versátil.

Las seis caras nuevas

En esa línea está sobre todo la total reforma del juego interior. Estaba claro que Robertas Grabauskas no seguiría y más o menos lo mismo sucedía con Ola Keshinro. Jakstas liberó la que probablemente liberó la ficha más alta y Sergio Pérez optó por la retirada y pasar a los despachos. Desde la gerencia ha trabajado codo con codo con el cuerpo técnico para la nueva configuración.

El resultado ha sido tener cuatro pívots nuevos: el ‘viejo conocido’ Víctor Serrano, muy del gusto del entrenador, Ñete Bohigas, y tres apuestas con poca o nula experiencia en LEB Oro: Johan Kody, Marlon Johnson y el último en llegar, Anton Grady, este con la etiqueta de soportar la mayor responsabilidad.

En cuanto a los exteriores, Olivier dejó su puesto de teórico segundo base a un desconocido en España como el polaco Andy Mazurczak, que tiene la misión de apretar a Corrales. En la misma onda está el fichaje de alero ruso Dmitry Utolin, otra misteriosa incorporación con cero minutos de vuelo en España. El nuevo Cáceres ya está construido: ahora solamente tiene que echar a andar.