Ñete Bohigas continúa siendo técnico del Cáceres Patrimonio de la Humanidad. El club afirmó a través de diversos canales que respalda su trabajo, pero es una situación que podría cambiar si continúan los malos resultados. El penúltimo puesto de la clasificación, con solo cuatro victorias tras 16 partidos, preocupa extraordinariamente en el seno de la entidad, donde ya se puede haber manejado una solución drástica y habitual en este tipo de escenarios: destituir al entrenador. La decisión se podría tomar incluso en caso de derrota ante el Real Canoe el próximo viernes.

Bohigas vive sus momentos más bajos desde que se hizo cargo del equipo hace seis temporadas. Diversos factores han jugado en contra de su gestión desde el primer día de la pretemporada, empezando por la propia formación de la plantilla, una de las más modestas económicamente de la LEB Oro, y continuando con aspectos difíciles de controlar como las lesiones. Los resultados negativos se han ido acumulando uno tras otro, solo con aisladas victorias que han ido sirviendo como parapeto. Las llegadas de TJ Sapp y Cole Huff supusieron una aparente mejora que no ha terminado de refrendarse con la salida de las posiciones de descenso.

Todo será más difícil de mantener si el viernes no se gana al Canoe en el Multiusos, un equipo señalado como candidato al descenso pero que ya lleva siete victorias, firmando una meritoria primera vuelta. Bohigas cuenta entre sus defensores con el presidente del Cáceres, José Manuel Sánchez, y el gerente, Sergio Pérez, jugador suyo las últimas campañas hasta que se retiró. Sin embargo, y esto es algo que se viene produciendo desde hace varios años, no concita el mismo entusiasmo en una parte importante de la junta directiva. Cumplir temporada tras temporada con los objetivos, pese a las dificultades que ha tenido que encarar, le ha servido para ir renovando su contrato, pero en privado sus críticos internos le suelen reprochar que no está del todo implicado con el proyecto del club. Ahora que vienen mal dadas, esta tendencia se ha amplificado.

Que nadie espere un ultimátum público, aunque todos cruzan los dedos para vencer a los madrileños y coger impulso para otro partido en casa ante el Barcelona B, rival directo en la zona baja. Dos victorias despejarían el horizonte, al menos temporalmente. «Mi trabajo no se puede cuestionar», dijo el técnico hace unos días, aludiendo a su trayectoria, aunque sí reconoció que los resultados sí eran criticables. Los mismos que le pueden poner en la puerta del Multiusos el viernes por la noche o muy poco después.