«El partido ha sido malo, pero lo hemos sacado». Como un mantra lo repitió varias veces Ñete Bohigas después de que su equipo, el Cáceres Patrimonio de la Humanidad, superase agónicamente al Real Canoe (65-63). Sí, fue uno de esos partidos que tanta falta hace sacarlos que el ‘cómo’ queda casi al margen.

Más todavía cuando probablemente el entrenador se jugaba ser destituido, por mucho que él se atrincherase en que esa posibilidad no le preocupaba en absoluto. «Mi única obsesión ahora es llegar a casa y ver el vídeo, analizar lo que no ha ido bien y corregirlo», comentó. Una parte importante de la junta directiva era partidaria de enseñarle la puerta en caso de derrota, pero eso, sostuvo, es «tangencial» a su trabajo, «que es hacer jugar al equipo lo mejor posible. Lo otro no me quita lo más mínimo el sueño».

En la clasificación lo que se observa es que el equipo volvió a eludir despeñarse por el precipicio cuando más cerca parecía de caer rodando. Bohigas pidió al vestuario hacer «un ejercicio de inteligencia» y quedarse únicamente con «haber ganado un partido sumamente complicado».

En su análisis del choque, apuntó que el Cáceres lo dominó mientras «estuvo serio», en los dos primeros cuartos, cuando llegó a alcanzar los 20 puntos de diferencia (31-11, min. 15). «Luego han pasado dos cosas: ellos han asumido riesgos y nosotros hemos dejado de hacerlo bien. Nos ha afectado anímicamente y hemos podido perder el partido. Les hemos dado alas», lamentó. El Canoe llegó a estar cinco puntos por delante en el último cuarto, pero no culminó. De haber sido así, la situación clasificatoria de los extremeños se hubiese puesto aún más peliaguda.

Mimar a los jugadores

«Tenía claro que no íbamos a jugar bien porque es imposible en estas circunstancias. Pero si después de un partido ganado también cunde el desánimo, no vamos a ir a ningún sitio. Es complicado mandar un mensaje de ilusión, pero yo lo hago. Los que estamos dentro del vestuario sabíamos lo difícil que era ganar hoy», añadió el técnico, partidario de «mimar» a sus jugadores al máximo. «Otra cosa es que a nivel interno nos digamos las cosas que no están saliendo bien. No les voy a poner más piedras en la mochila», comentó.

También fue preguntado por el par de pitadas que recibió (él y los jugadores) por parte de la afición en el tercer cuarto. «El público es soberano de ponerse nervioso, pero cada uno reacciona de forma distinta, unos pitando, otros aplaudiendo y otros quedándose callados. Lo único que quiero jugar lo suficientemente bien para ganar y que la gente que venga se lo pase mejor que hoy. Ojalá pudiésemos tener una cancha abarrotada, como pasaba antes. Ahora estamos en una fase en la que no es así. Vamos a intentar que vuelva a ocurrir», aseveró.

Ahora hay unos días para preparar otro choque importantísimo: el primero de la segunda vuelta frente a otro de los aspirantes a la permanencia, el Barcelona B. Será el próximo viernes a las 21.00 horas de nuevo en el Multiusos y puede que con el regreso de Andy Mazurczak, baja en los dos últimos encuentros por una pequeña rotura fibrilar.