La temporada del Barcelona entra en la fase decisiva. Ese momento del curso que los más aprensivos temen y en el que las miradas de los verdaderos aficionados brillan con especial intensidad. Un pasillo de incertidumbre por el que los equipos, acabado el tiempo de los ejercicios y las maniobras, solo pueden marchar de frente y en el que un simple mal paso es toda la distancia que separa la gloria del fracaso. Un camino que los azulgranas empiezan a recorrer hoy (21 horas, Movistar Liga de Campeones) en el Groupama Stadium, feudo del Olympique de Lyon, en el partido de ida de los octavos de final de la Champions, esa copa que el barcelonismo contempla este año con un anhelo rayano en la obsesión.

Ernesto Valverde ya no oculta que, tras la decepcionante eliminación de la pasada temporada, la competición continental genera cierta ansiedad entre sus jugadores, pero trata de hacer una lectura positiva. «Estamos ansiosos por jugar porque nos hace ilusión ir dando pasos en la Champions -apuntó en el encuentro con la prensa previo al partido-. ¿Nos sentimos presionados? Sí, pero es una presión buena, que nosotros aceptamos». En esa tesitura, los 70 días que han transcurrido desde el último partido europeo se les han hecho largos a la plantilla azulgrana. «Llevamos tiempo esperando jugar esta eliminatoria», concedió el Txingurri.

El precedente de la caída de Roma es un mal recuerdo que rodea a la expedición barcelonista. Esta vez, el equipo que aguarda al Barça es muy diferente a aquella Roma de encallecidos legionarios. El Olympique es un conjunto que destaca por su explosiva juventud y su alegría atacante (también por su escaso rigor posicional y sus lagunas en el repliegue), en el que brillan los talentos individuales del lateral Ferland Mendy, el delantero Memphis Depay y el media punta Nabil Fekir, que se perderá el partido de ida por sanción. Capaces esta temporada de tumbar a adversarios tan cualificados como el PSG y el Manchester City, los muchachos que dirige Bruno Génésio completaron la fase de grupos sin sufrir ni una sola derrota, aunque cedieron cinco empates.

Valverde es consciente de que la exuberancia ofensiva del Olympique obligará a los suyos a estar especialmente precisos con el balón para evitar las pérdidas que generen contrataques y a no dudar a la hora de la presión. Y es ahí donde se abre la principal incógnita del once que saltará al Groupama Stadium. ¿Quién debe acompañar a Busquets y Rakitic en el centro del campo? El técnico no quiso dar pistas, aunque sí dejó muy claro que no entra en sus planes hacer una gestión conservadora.