Estas últimas semanas se ha hablado más de Carlos Frade en el Cáceres Patrimonio de la Humanidad que en los casi seis años que han pasado desde que dejó su banquillo. Roberto Blanco le ha mencionado más de una vez como referente e inspirador del estilo de juego dinámico que quiere implantar desde que es el primer entrenador de los verdinegros. Ambos trabajaron juntos durante unos meses en la temporada 2012-13.

Ahora Frade es responsable de desarrollo de jugadores en el Alba de Berlín y desde allí muestra su apoyo a Blanco, al que falta le hace porque solo ha ganado un partido de los cinco que ha afrontado desde que se hizo cargo del equipo.

«Vi un rato del primer partido, ante el Barcelona B. Me gustó mucho la intensidad, las ganas, la energía, la movilidad de todos», comenta. Fue el de la victoria. Según Frade, su libreto se puede desarrollar por varios caminos. «La intención de correr, de llevar la iniciativa, de no esperar el fallo del rival, sino provocarlo, intentar hacer cosas nuevas… lo puedes hacer de mil maneras. Roberto conoce bien a los chicos y seguro que sabe qué cosas mantener de antes y qué vuelta de tuerca más personal puede darle», analiza.

En su opinión, «que el jugador sea moldeable es también misión del entrenador, convenciéndole de las cosas buenas que quiere implantar para ayudar al equipo a ganar». Y recuerda que en su temporada en Cáceres, a dos veteranos como Pedro Robles y Roberto Morentin «les costó cambiar algunas cosas, pero lo hicieron porque vieron que también daba buen resultado. En basket no hay una sola manera de hacer las cosas. Seguro que Roberto sabe qué teclas tocar».

Frade tiene una visión que puede ser acusada de idealista, sobre todo si se trata de un equipo como el Cáceres que lucha por la salvación. «En mis primeros meses allí, el resultado no era lo más importante, sino que los chicos fuesen mejorando. El trabajo no es ni mejor ni peor porque ganes un partido o lo pierdas», afirma.

También se le mencionó cuando se conoció el fichaje de Bakary Konate, al que entrenó en el Gran Canaria. Le ensalza abiertamente. «Con las cualidades que tiene físicas y personales, porque es una gozada de chico, siempre suma. Es súper tranquilo y trabajador. Para un estilo de correr y de intensidad es perfecto», proclama.

Feliz en el Alba

Él, por su parte, está contento en Alemania. «Me trajeron para trabajar con los jugadores del primer equipo, antes y después de los entrenamientos, complementando a Aíto García Reneses y los otros ayudantes. También coordino el programa de desarrollo de jugadores del filial, el junior y el cadete, que todos los entrenadores vayamos en la misma dirección. Todos quieren trabajar y aprender. Intento que vean el baloncesto de una manera ‘menos alemana’. La ciudad es muy guay, pero es que el club es una pasada con los entrenadores de base que tenemos», cuenta.