Desde la final olímpica de Múnich en 1972 entre la URSS y Estados Unidos a, sin ir más lejos, la final de la Copa de la Reina en 2016, cuando el Conquero derrotó al Perfumerías Avenida, los ejemplos de sorpresas en el baloncesto son innumerables. Siempre puede pasar cualquier cosa en 40 minutos entre dos equipos de la misma categoría. Y es a lo que apelará esta tarde el Nisssan Al-Qázeres Extremadura frente al Perfumerías Avenida en el tercer cruce de cuartos de Copa en la muy baloncestística (y armoniosa) Vitoria-Gasteiz.

Nadie da un euro por el conjunto de Ángel Fernández, que se enfrenta a una feroz fuerza multinacional con jugadoras que lo han ganado todo a nivel nacional e internacional. Pero esa puede ser precisamente su fuerza: ir de tapadas e intentar aprovechar un posible exceso de confianza en un rival que querrá economizar fuerzas de cara a semifinales y final. La propuesta está clara: hacer un partido ‘largo’ y no descolgarse en el marcador con el objetivo de que los nervios del oponente acaben siendo un aliado más.

«Imposible no hay nada», decía ayer Roneeka Hodges en la grada del pabellón de Mendizorroza mientras veía el duelo entre Girona y Valencia. Una norteamericana curtida en mil batallas sabe bien de lo que habla. «Me siento bien. Es un gran desafío para nosotras. Si jugamos como nosotras sabemos y competimos durante los 40 minutos, ya veremos qué pasa. Podemos tener una oportunidad», añadió.

A su lado estaban sentadas Gaby Ocete y Pao Ferrari, las otras dos jugadoras sobre las que están centradas las esperanzas del Al-Qázeres. Ambas han demostrado ya que pueden jugar en equipos ‘grandes’, con las que han ganado títulos, pero necesitan llegar con el suficiente aliento a los minutos finales como para tener posibilidades. En eso estarán sus compañeras: darles buenos relevos y ocuparse de tareas menos ingratas que repartir juego y anotar. El de esta tarde es uno de esos partidos que puede dejar huella y tanto una como otra son aficionadas a los retos.

LA ALEGRÍA DE CARLA / Pero si hay alguien que goza enormemente de estar en la Copa de la Reina es Carla Nascimento, la veterana base portuguesa que se quedó fuera de la de Girona-2017 por lesión. Asegura que sabía la vida le iba a dar otra oportunidad con el equipo de su vida en una cita así y así ha sido. «Es un premio para mí. Es un ambiente súper guay y es fenomenal poder vivirlo», comentó. Está en la misma línea que su entrenador, que comentó el miércoles que el objetivo no era disfrutar «como en un fuego de campamento», sino «competir para dar lo mejor de ti mismo». Su cara es la de un optimismo muy explícito: «Ojalá demos la sorpresa. El baloncesto son cinco contra cinco y pueden pasar muchas cosas. Tenemos que ser duras y tratar de llegar a un final igualado. ¿Por qué no soñar? Es gratis. Es el momento».

De hecho, que Valencia, incluso sin una jugadora importante como Joy Brown Adams, estuviese a punto de dar la campanada ante un equipo superior como Girona, al que solo pudo derrotar por 52-49, tiene un punto inspirador para las cacereñas.

Quizás sea su primera y última Copa. Con 33 años, la retirada está llamando a las puertas, «aunque mis entrenadores me dicen que estoy muy bien físicamente». Mantiene que todavía no hay una decisión tomada.

La otra cara la pone Paula Ginzo, resignada ya a que sus problemas físicos no le permitirán saltar a la pista en lo que hubiese sido su debut en el torneo. Sí ha viajado para apoyar a sus compañeras, aunque seguirá desde el banquillo con un punto de pena lo que suceda en la pista.

El equipo está concentrado en el Gran Hotel Lakua, al norte de la ciudad, compartiendo techo con otros tres participantes, incluyendo el Avenida. Ayer, tras el viaje, renunció a entrenar. Esta mañana si hará una sesión en el escenario del choque... y puede que de sus sueños.