Mideba aparte (temporadón el de los chicos del equipo de baloncesto en silla de ruedas), los dos clubs regionales de mayor categoría en el basket nacional viven momentos especialmente delicados en esta recta final de la temporada. De lo que suceda en las próximas semanas dependerá el momento culmen y definitorio del balance, pero ya se puede adelantar que en ambos casos habrá sufrimiento y que no va a haber epílogo plácido. Y todo ello, ganado a pulso.

En el caso del Nissan Al-Qázeres, de la Liga Femenina Dia, restan tres partidos. Aunque hay aún posibilidades matemáticas de entrar en los playoff por el título, las sensaciones apuntan un camino bien diferente. Con el equipo salvado, lo que se tendría que intentar es terminar de la mejor forma posible. Y es que el equipo se ha caído. Lastimosamente.

Entre las lesiones y el evidente descenso en el rendimiento de sus jugadoras importantes, el bajón ha sido de órdago. Hasta desde dentro se clama ya por que llegue el final lo antes posible.

En el caso del Cáceres Patrimonio de LEB Oro no se puede decir tampoco que se esté viviendo un año siquiera regular. Ni los cambios de entrenador ni de jugadores han variado un ápice la dinámica negativa en la que se ha entrado, y de lleno. Afortunadamente, los dos últimos encuentros, uno perdido (ante el Betis, el líder) y otro ganado (al Palma) han mostrado una sensible y saludable. El equipo está peleando abajo, se trata de sobrevivir. Y lo que resta (ocho encuentros) va a ser de auténtico órdago. Está en juego la permanencia. Nada más. Nada menos.

A los aficionados de los dos clubs --muchos de ellos comunes-- les espera un fin de campaña tremendo. Eso, en el fondo, es el deporte. Y eso nos da la vida a todos.