He utilizado este espacio en varias ocasiones para opinar sobre el papel que, durante los últimos años, viene desempeñando el Arroyo de voleibol en el contexto del deporte extremeño. Siempre han sido columnas de tono halagatorio, incluso en los malos momentos, como en el último descenso de categoría.

En este caso tengo que subrayar la buena nueva de la confirmación de la clasificación del equipo extremeño para disputar la fase de ascenso a la Superliga, categoría en la que ya ha militado en años anteriores. Pensé que este año iba a ser diferente, con un proyecto modesto, pero no. El Arroyo siempre es competitivo de la mano de Adolfo Gómez, ‘Tate’, un tipo extraordinario como entrenador y presidente y también alguien referente fuera de los pabellones.

Con la humildad por bandera y con un equipo hecho a fuerza de muchas horas de abnegado trabajo, la escuadra extremeña se ha ganado el derecho a pelear por estar de nuevo en la élite.

Me fascina la capacidad de ‘regeneración’ de la entidad, a la que alguno dio por muerta tras el doloroso descenso. Con la cantera como referencia, y con Extremadura en la cabeza a la hora de confeccionar plantillas, ahí están las arroyanas metidas en faena. No sé si lo conseguirán, pero la campaña ya es un éxito.

Siempre he exaltado las virtudes de los que están, pero también han estado, con José Fragoso ya fuera del proyecto, aunque evidentemente siempre seguirá estando cuando se le necesite.

El ejemplo que da a diario la capitana de la formación, Yohana Rodríguez, es desde luego igualmente valioso, representando un espejo donde mirarse para cualquiera que venga detrás. Y que es que esa actitud tan positiva siempre, aderezada con un sacrificio que excede cualquier límite explicable, da unos frutos con sabor a gloria. Grandes.