Debió ser algo emocionante para los más de 500 aficionados del Extremadura celebrar el espectacular triunfo del pasado sábado en Málaga. Se rindió La Rosaleda al empuje azulgrana, que tuvo la recompensa que mereció en forma de puntos. Tres puntazos de valor incalculable en los tiempos que corren.

Hubo quien dio por descendido al conjunto de Almendralejo ya antes de las fiestas navideñas, cuando el rumbo del equipo se tornó errático. Sin embargo, cuatro meses después el equipo extremeño de Segunda sigue peleando por la permanencia. De momento, sus dos últimas victorias, en casa ante el Almería y fuera ante el Málaga, le dejan asomar la cabeza, que sin duda atisba buenas noticias en el horizonte de la recta final de la competición liguera.

En la pelea por la salvación se estará hasta el final. Y eso se sabe en el club. Eso lo han asumido los jugadores y los técnicos. ¿Qué se podía esperar? Es evidente que la directiva ha acertado con el fichaje de Manuel al frente del cuerpo técnico. El mito gallego del antiguo club está sacando el máximo partido a los futbolistas, que le están respondiendo a la perfección, al menos en el último mes.

Queda lo más vibrante, lo más agónico, pero también lo más bonito. El Extremadura da pasos en firme en la búsqueda de su objetivo. Cambiar tantas piezas en esta temporada tan cargada de noticias ha sido complicado de digerir. Bravo por Manolo Franganillo, un tipo al que admiro por su personalidad, desde luego a prueba de fracasos, a la hora de tomar decisiones.

Resta la resolución. Infierno o cielo. La batalla final va a ser de puro órdago. Asistiremos también a ese epílogo de caracteres épicos en las fases de ascenso a Segunda, con el tremendo Badajoz, o de Tercera a Segunda División B, con Mérida, Cacereño, Moralo, Coria, Plasencia...