La vida es una carrera de fondo. No gana el más rápido, sino el más constante. Y ejemplo de ello ha dado Rubén Muñoz (Aceuchal, 1987), que se tuvo que marchar a Londres para trabajar como técnico estructural y diseñar bocetos en 3D de edificios. Y en sus ratos libres da lecciones de vida. La última: hacer 50 maratones, en 50 países y en 50 días. Una locura que ha relatado a el Periódico Extremadura.

Y es que la vida consiste en eso, en hacer locuras. «No lo he hecho con un objetivo físico, ha sido un objetivo mental. Tenía que hacer algo grande para aprender y sentir nuevas experiencias, ¿y qué mejor que esto?», confiesa con naturalidad Rubén, que cerró este reto en Aceuchal el pasado sábado. Su historia va más allá del deporte.

No ha estado solo en esto. «Mi familia me ha ayudado mucho, de hecho todo lo que se montó el sábado es por ellos. Mi madre estuvo ingresada y no me quería decir nada, pero en mi cabeza solo pensaba en darle un motivo para recuperarse y no había ninguno mejor que el verme llegar a meta», dice.

Y es que de casta le viene al galgo. Si Rubén es ejemplo de constancia, su madre es ejemplo de superación. «Se ha recuperado de un pequeño ictus en un mes por estar el sábado en la meta», comenta emocionado. No todo fue color de rosa en esta proeza obrada por el hombre de moda en Aceuchal. Hubo dudas, lágrimas y mucho esfuerzo.

Dolor y gloria

«Sabía que habría un momento clave y ese llegó en Albania, donde me fastidié un ligamento del tobillo. Se inflamó mucho, tuve que ponerme la zapatilla a puños. Fueron cinco horas muy duras, de noche y corriendo solo con un tobillo fastidiado», detalla Rubén. Motivos para arrojar la toalla le sobraban.

No obstante, Rubén sabía cuál era el objetivo de este reto. «Para momentos como ese había estado luchando todo un año entero y si lo superaba, sabía que ese momento lo iba a tener como referencia para cualquier otra cosa en la vida. A los cinco días no había dolor», comenta. Apretar los dientes en la vida.

Un año batallando contra él mismo. Un año de duros entrenamientos. Un año para 50 días. Un año para una lección de vida. «Esto ha sido la culminación del proyecto. Durante ese año me tenía que levantar a las 4:30 horas para entrenar, luego iba a la oficina a trabajar y después tuve que hacer una tabla para planificar todo bien. Ha sido duro», especifica Rubén.

Descanso del ‘guerrero’

Rubén no para. No hay tiempo para ello. «Ahora toca descansar y planificar la vuelta al mundo en bicicleta. Este proyecto me ha permitido recaudar dinero para montar una oenegé y así ayudar a más personas», avanza. Pocas personas quedan con el corazón de este extremeño. Una especie en extinción.

No obstante, ahora se encuentra en su Aceuchal natal. De hecho ayer estuvo relajándose con sus amigos en la romería de su localidad. «Estoy como nuevo, incluso ahora estoy un poco depresivo por no tener nada que hacer. Mañana ya empezaré a buscar piso por Londres, tengo que volver a la rutina», explica este auténtico superhombre.

Sin presión, sin tiempos, pero sin pausa. «El deporte se puede extrapolar a la vida. Muchos me preguntaban cuántos maratones había hecho o qué tiempo hacía por kilómetros, pero la verdad es que nunca antes había hecho esto, ni me preocupaba el tiempo. Mi objetivo era lograrlo, y lo he hecho», concluye. Intentarlo hasta lograrlo, tanto en el deporte como en la vida.