Historias dentro de un día que hizo historia, un locurón imparable que empezó como un trueno y acabó en movimiento sísmico en Madrid. 200 aficionados del Cáceres Patrimonio de la Humanidad apoyaron a su equipo en la lucha por una permanencia sudada desde el primer día y casi hasta el último segundo. A los dos autobuses repletos de hinchas se unieron varios seguidores que viven en la capital de España y que, pese a la distancia, nunca han sacado de su corazón al baloncesto del lugar que les vio nacer.

Eulogio y su hijo Javier, David, varios Jorges, Juanma, Felipe, Marta, Vanessa... Así una ristra de nombres y nombres orgullosos de los suyos. Fue conmovedor como, a poco de aposentarse en las gradas, todos entonaron gritos para animar a unos jugadores que simplemente hacían todavía el calentamiento. Hasta el final fue un no parar, hasta la sirena final y después, invasión de cancha incluida. No faltó el cántico que ha sido la banda sonora de la remontada de las últimas jornadas, el clásico «sí se puede». Y cuando se pusieron a entonar El Redoble fue ya el acabóse para todo buen ‘catovi’. El Cáceres volverá a redoblar la próxima temporada en LEB Oro.

No faltó por ejemplo Manuel ‘Piti’ Hurtado, entrenador del Cáceres durante dos años en el inicio del proyecto y actualmente célebre comentarista en Movistar +. Vive en Tres Cantos, pero estuvo encantado de reencontrarse con su antiguo club durante 40 minutos.

También hubo otro espectador sorpresa: Walter Tavares, el gigantesco pívot caboverdiano del Real Madrid (2,20). Es amigo de Bakary Konate desde que coincidieron en las categorías inferiores del Gran Canaria cuando eran críos llegados desde África. Pep Cargol y Josh Fisher, exjugadores de la ACB, también se dejaron ver.

Es raro el cacereño que no tiene una experiencia muy propia en Madrid, un «una vez nos fuimos de cañas en La Latina y aquello acabó fatal» o «nos encontramos a Jorge Javier Vázquez en La Vaguada». El pequeñísimo pabellón Pez Volador, incrustado en un lujoso pero vetusto club Real Canoe, está ubicado muy cerquita de donde muchos han desembarcado alguna vez: la antigua estación de autobuses de Conde de Casal, epicentro de la empresa Auto Res que hace no tanto se trasladó a la de Méndez Álvaro. Sus dársenas tienen muchas historias que contar, como desde anoche el propio pabellón. «¿Te acuerdas cuando fuimos a ver si el Cáceres se salvaba y lo consiguió tras un partidazo? Creo que fue en el 2019. Aquello sí que fue la caña».