Son las 8.20 de la mañana en la entrada al Parque del Príncipe por la popular barriada de Aguas Vivas, con sus cuestas y su aroma catovi. Hace airecito y empiezan a llegar los primeros coches de jugadores. Por lo visto, a Luis Parejo no le arranca el suyo y le tiene que traer Mario Díaz Hellín, el preparador físico. Es el primer contratiempo de la temporada del Cáceres Patrimonio de la Humanidad. Ojalá, dice alguien, que todos sean así de anecdóticos durante los meses que vienen por delante. Faltan por llegar Milan Nikolic, todavía en Serbia por cuestiones burocrácticas, y el pívot que todavía hay que fichar.

Es la ‘hora cero’ de un equipo que quiere olvidar lo sucedido la pasada campaña, cuando durante semanas y semanas estuvo en posiciones de descenso y tuvo que esperar a la última jornada para salvar el cuello. En la LEB Oro 2019-20 se quiere hacer borrón y cuenta nueva, como indica el hecho de que solo continúen dos jugadores y el entrenador, Roberto Blanco. El fiestón de Pez Volador supuso un antes y un después.

Uno de los que sobrevive a aquella victoria ante el Canoe es Parejo. «Afrontamos esto con muchas ganas», comenta el capitán, que no pierde la sonrisa. Reconoce que, como a sus compañeros, no le gusta el trabajo físico que hay que hacer en estas semanas, pero que resulta necesario «para desengrasar de lo que ha sido el verano». «Esperamos disfrutar al máximo y no pasar las dificultades de la temporada anterior. Queremos que nuestra afición disfrute, que es lo que se merece. Queremos no pasar apuros y sentirnos orgullosos del trabajo que hacemos», explica. Le gusta el equipo que se ha hecho: «Los nuevos son buenos chicos y están preparados para estar aquí».

En el vestuario compartirá probablemente galones de mando con Ricardo Úriz. El base, de 39 años, es el fichaje más conocido de entre los que se han hecho. «Estoy muy contento de emprender esta nueva aventura. Va a ser un año bonito e ilusionante», pronostica. «Espero muchas ganas y mucha ilusión y que nos compenetremos lo antes posible, competir en todos los partidos», añade. Según el veterano jugador, «hay que generar cohesión lo antes posible».

Reconoce que le ha puesto especial interés en jugar en el Multiusos. «Ha sido así desde el primer momento. Estoy encantado de estar aquí. No sé si será mi último año en el baloncesto, pero sé que estoy en el sitio idóneo», apunta Úriz. Muy cerca, en Badajoz, tendrá a su hermano Iñaki, que ejerce la docencia tras dejar el basket profesional. «Siempre se queja de que estamos lejos, pero ya no será así», comenta, confiado en no repetir los problemas físicos que le amargaron la pasada campaña. «Estuve 16 años sin perderme un partido y en el Breogán viví la parte mala. Me encuentro bien y espero tener salud junto a mis compañeros», apostilla.

LA COLETA DE RAKOCEVIC / Uno de los puntos de atención del primer día fue que Niko Rakocevic apareció sin el característico peinado que ha lucido desde hace años. «Un día me desperté y le dije a mi novia que me iba a cortar la coleta. Llamé al peluquero y lo hice», cuenta. Lleva dos semanas en Cáceres entrenando individualmente con vistas a sacar todo su potencial. «He trabajado más este verano. Me encuentro muy bien y estoy muy contento», reitera. El resultado es un físico más definido que en anteriores pretemporadas. Si lo pone al servicio de su tremenda competitividad y puntería durante toda la liga regular puede ser otro ‘fichaje’ en cierto modo.

El montenegrino espera que «sea un gran año para todos. Lo de la temporada anterior es pasado y lo vamos a mejorar». Se apunta al objetivo de la salvación porque «otros años dije que quería ‘playoffs’ y no lo logramos, así es esta vez no lo voy a decir». Otros dos jugadores de la antigua Yugoslavia, Kosta Jankovic y Milan Nikolic, le darán aún más acento balcánico al vestuario. «Podré hablar mi idioma más habitualmente y eso me gusta», destaca Rakocevic.

Basta de charla. Tras posar todos juntos entre risas, los jugadores se ponen a las órdenes del ‘prepa’ Hellín antes de que el implacable sol cacereño empiece a picar. Hasta mañana no harán lo que les gusta de verdad: el contacto con el balón en la pista.