¿Qué le pasa al Extremadura? ¿Por qué no encuentra regularidad? ¿Cuándo ha extraviado su identidad basada en la entrega, la garra y la intensidad? ¿Hacia dónde navega esta temporada? Sobre la mesa del conjunto azulgrana se han instalado muchas preguntas y debates por resolver. La competición, que no engaña, tiene a los azulgranas en descenso y con peores números que la pasada campaña. Durante las últimas semanas, las actuaciones del equipo han dejado en evidencia que algo está ocurriendo. Los partidos han dejado señales preocupantes de un equipo desorientado en sus ideas. Señales que se han convertido en un auténtico jeroglífico para su entrenador, Manuel Mosquera, que ha preferido cargarse toda la responsabilidad en su mochila de puertas hacia fuera, pero sabe que está pasando algo de puertas hacia dentro. Y tiene que averiguarlo.

Cuando Manuel Mosquera llegó al banquillo del Extremadura estaba a cuatro puntos del descenso con un equipo atemorizado por su inoperancia. Manuel les cambió la mentalidad. Construyó un equipo ganador, de presión asfixiante y de jugar en campo contrario. Una mentalidad de equipo grande que ahora se pone en el disparadero. ¿Puede el actual Extremadura jugar así, de tú a tú a los rivales? Manuel sigue defendiendo esa idea, pero la competición le obliga ahora a tomar otras soluciones. El club, acostumbrado a tener gatillo fácil para los entrenadores, le está otorgando a Manuel una confianza infinita. El Extremadura sabe que tiene a un entrenador que se identifica plenamente con la entidad y espera que el gallego reaccione para reconducir el rumbo.

Lo primero que tiene que resolver Manuel en su jeroglífico es la crisis de identidad en la que ha entrado el Extremadura. El Mirandés, un equipo recién ascendido y de menor presupuesto, ganó al cuadro azulgrana con las señas del propio Extremadura. Y eso ha escocido mucho a la afición. Y a Manuel, aunque en sala de prensa se mordiera la lengua. El gallego no va a permitir que ninguno de sus jugadores baje el pistón y está dispuesto a hacer revolución si los jugadores no se aprietan los machos. Borja Granero también advirtió en zona mixta que había que llevar la situación con «tranquilidad», pero que los jugadores «sabemos lo que hacemos bien y mal».

Una pieza solucionada del jeroglífico parece ser la portería. Casto volvió al once y cuajó un buen partido, ahuyentando fantasmas. Manuel sabe que ahí no habrá más experimentos. Más problemas hay en defensa, con once goles en cuatro partidos. Granero es intocable, pero su acompañante es rotatorio. Con Fran Cruz lesionado, Pardo no está aprovechando la oportunidad y la afición clama el debut de Jesús Rueda, un hombre que pueda aportar experiencia al centro de la zaga. Experiencia que pide a gritos una defensa endeble por los laterales. Ale Díez y Caballo están sufriendo mucho. Bastos y Josema son los recambios. Y a Manuel puede no temblarle el pulso a partir de ahora.

Falta gol

Las piezas se complican en la delantera. En 15 partidos, entre los cuatro delanteros del Extremadura solo han marcado dos goles. Solo dos. Unos números catastróficos. El que menos minutos ha jugado es Mújica, que ya recuperado se quedó fuera de la lista el pasado sábado, pero al que Manuel tendrá que probar en busca de soluciones.

Otro gran debate del mal momento del equipo es el sistema, o más en concreto, la forma de ejecutarlo. Hay quienes piensan que el Extremadura debe ser más conservador y menos ofensivo. Un equipo más especulador que cimente el orden desde los principios defensivos. Manuel no es muy partidario de esta idea, aunque la delicada situación mental y deportiva le puede obligar a tomar ciertas soluciones de emergencia.

A ese cóctel de ideas nubladas se le suma la escasa aportación de los jugadores que saltan desde el banquillo, algo que impide al Extremadura darle otra marcha más a los encuentros cuando se les complica.

Pese a todo lo descrito, la frase de Manuel es un órdago al que se agarra todo aficionado: «no nos vamos a rendir». El club promociona el partido del Deportivo con la imagen del entrenador, al que fortalece cada vez que puede. La afición, que anda tocada, también sabe en su interior que no hay nadie mejor que el gallego para revertir la fórmula. El Extremadura, que ha tocado fondo en las formas de perder, vive momentos delicados. Manuel tiene un jeroglífico por delante complejo. Falta que los suyos le aporten algo de luz.