Las imágenes del pabellón del Afanion Almansa recuerdan, aunque sea ligeramente, a las que se producían en el de la Ciudad Deportiva de Cáceres en 1992: una instalación modesta de gradas elevadas que contiene una enfervorizada afición entregada a su equipo, gane o pierda. Es suyo es el último ejemplo de que el ‘virus’ del baloncesto puede inocularse con mayor facilidad en ciudades pequeñas, deseosas de referentes, que sueñan con hacerse con un hueco entre los mejores.

De momento, el Almansa, que visita mañana al Cáceres Patrimonio en el Multiusos, ha subido de Liga EBA a LEB Oro en dos temporadas. No parece fácil que un lugar de apenas 25.000 habitantes, enclavado en la provincia de Albacete, vaya a pasar de ahí, pero intenta competir con orgullo en la segunda categoría nacional. Fichando jugadores de gran experiencia esperaba haber empezado un poco mejor (solo dos victorias tras ocho partidos), pero ha perdido varios por muy poca diferencia y hace unos días le dio una lección al Carramimbre Valladolid, hasta entonces líder (67-64). Por supuesto, aquello se venía abajo.

No le falta ambición al proyecto, liderado por Rubén Perelló, entrenador en los dos ascensos. Ha conseguido reunir a varios jugadores con recorrido en Oro, como el ala-pívot Nikola Cvetinovic (procedente del Palencia), el alero Jonathan Gilling (Leyma Coruña), el pívot Kyle Rowley (Tau Castelló) y el escolta Rafa Huertas, que al inicio de su carrera profesional jugó en el Cáceres CB en su última temporada antes de desaparecer del mundo profesional (2004-05). Con 35 años está cerca de la retirada, pero todavía sigue ayudando tras una larga carrera en la que incluso ha pisado la Liga Endesa. Otro veterano que pudo estar en la plantilla fue el actual verdinegro Ricardo Úriz, por el que los manchegos se interesaron vivamente.

Fue Cáceres en 1992, igual que años antes León o Granada, y tiempo después Menorca, Illescas, Alcázar y Burgos, por citar sitios diversos donde ciudades giraron o giran alrededor de una canasta. No todos ellos acabaron bien, claro. Ahora es el turno de Almansa, que disfruta al máximo mientras la flecha va hacia arriba.